Petro y Hernández en busca de indecisos en Colombia: ¿Quién puede crecer más?

Mientras Petro busca atraer a los votantes de Hernández, el ingeniero tiene la posibilidad de crecer tanto en votantes de izquierda como de centro y derecha

Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, candidatos a la Presidencia en Colombia.
06 de junio, 2022 | 04:00 AM

Bogotá — En la primera vuelta electoral Gustavo Petro alcanzó los 8,5 millones de votos y Rodolfo Hernández estuvo ligeramente por debajo de los 6 millones de votantes. Los indecisos serán claves para la segunda vuelta y podrían estar incluso entre sus votantes del 29 de mayo.

Mucho se ha hablado de los nuevos votantes que llegarían a la candidatura de uno u otro, pero poco se ha hablado de la capacidad que tenga cada uno de los candidatos en mantener su caudal electoral de la primera vuelta. No hay que perder de vista que los dos en contienda representan el discurso del cambio y en ese sentido votantes de Petro en primera podrían ser de Hernández en segunda, y viceversa.

Los abstencionistas

Uno de los grupos a los que petristas y rodolfistas acuden para ganar en la segunda vuelta es el de los que tradicionalmente no votan en Colombia. Aquellos que como protesta a sus dirigentes no participan de los comicios.

Para estas elecciones se tenía un potencial electoral de aproximadamente 39 millones de votantes, de los cuales 21.386.880 ejercieron su derecho. Continuando la tendencia al alza que tuvo la participación política en las últimas dos elecciones presidenciales, esta vez creció en 17%, ubicándose en cifras históricas desde los últimos veinte años.

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Un análisis de Orza muestra que esta es una clara señal de que la figura presidencial representa para los votantes una oportunidad de implicarse en la participación política, incluso más que a través de las elecciones legislativas, donde históricamente ha sido mayor la abstención en comparación con las presidenciales.

En los últimos 20 años, se ha dado un aumento en el porcentaje de sufragantes, al pasar de 46,47% en 2002 al 54,24% en el 2018, a excepción de los comicios de 2014 en los que solo alcanzó el 39,93%.

Orza explica que dicha caída en la votación de 2014 puede explicarse por diferentes factores: la incidencia de hechos violentos en los territorios y la respuesta de la ciudadanía al sentimiento de inconformismo sobre las candidaturas (Santos Vs. Zuluaga).

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Esto también puede verse representado en el número de votos en blanco, que para dichas elecciones alcanzó el máximo histórico desde las elecciones presidenciales de 2002, con un total de 770.543 votos, que representaron el 5,84% de los sufragios.

Aunque en los demás procesos electorales, el voto en blanco ha representado, en promedio, el 1,7% de los votos totales, para este año en la primera vuelta fue del 1,73%, es decir, 366.510 votos.

Carlos Arias, gerente de Estrategia y Poder asegura que “por lo visto en la primera vuelta la abstención va a seguir reduciéndose”, e incluso da sus pronósticos con respecto a lo que puede pasar con el voto en blanco en la segunda vuelta. “Las personas que votaron por la coalición de la esperanza ya jugaron sus cartas y aunque en algunos casos se han movido hacia el voto en blanco yo creería que será menor al de hace 4 años”.

Así mismo, Arias explica las motivaciones que pueden tener unos y otros para elegir su candidato de la segunda vuelta. “Aunque los dos representan cambios los dos generan una posición emocional muy fuerte para los electores porque son modelos de cambio completamente distintos en la experiencia que tiene cada uno en el manejo del Estado y en la conformación de su estructura política”.

Disputa de votos

La primera vuelta dejó un panorama abierto y un intenso camino de disputa para la definición de la Presidencia de la República. Los números de la jornada electoral dejan a Gustavo Petro como gran favorito y a Federico Gutiérrez, aferrado a sus posibilidades, convertido en un duro rival.

Las alianzas con las fuerzas alternativas ya no serán beneficiosas sino necesarias para poder lograr los votos requeridos. Por eso los movimientos políticos y estrategias de las campañas van a ser decisivos para la capacidad de crecimiento que tenga cada candidatura.

Sobre el ganador nada está escrito aún y cada campaña tiene por recorrer un intenso y estratégico camino hacia la segunda vuelta. Fue sorpresiva la llegada de Rodolfo Hernández a la segunda vuelta, cuando en las encuestas se mostraba a Federico Gutiérrez como gran favorito para acompañar a Gustavo Petro.

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Estas mismas encuestas indicaban que ante una eventual segunda vuelta, habría un empate técnico entre los dos candidatos que hoy se disputan la Presidencia.

Vienen días clave para las campañas y los candidatos, quienes conscientes de la necesidad de sumar nuevos electores, tendrán que ser muy estratégicos para lograr alianzas y mostrar un discurso atractivo para los votantes que quedaron sin candidato.

Orza asegura que Rodolfo Hernández tiene el beneficio, desde su discurso, de poder recoger votos de todos los sectores del espectro político y, especialmente, desde el antipetrismo.

Ha jugado a no mostrarse de derecha, de izquierda o de centro. Es un candidato que viene desde afuera del escenario político tradicional y que le apuesta a que la gente se identifique con un discurso distinto.

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Con su estrategia busca recoger el descontento popular por los altos niveles de corrupción y la desconfianza que se ha generado alrededor de la clase política.

Para esta segunda vuelta, se espera que los sectores de derecha, que apoyaban a Federico Gutiérrez, se vuelquen a apoyarlo para evitar la victoria de Petro.

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De hecho, después de que Gutiérrez, durante su discurso post escrutinio, aceptó su derrota, anunció: “Rodrigo y yo votaremos por Rodolfo Hernández”. Además de los votos del tercer candidato en contienda, Hernández necesitará recoger adeptos de centro y de izquierda para poder hacerse de la Presidencia.

Sin embargo, queda una gran incógnita sobre el proceso en la Fiscalía del Ingeniero Hernández (caso Vitalogic) por el delito de presunto interés indebido en la celebración de contratos.

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El exalcalde de Bucaramanga ya fue llamado a juicio y va a comparecer el próximo 21 de julio. Si bien es improbable que la decisión judicial salga antes de la segunda vuelta, seguro será tema contra su bandera anticorrupción.

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El líder del Pacto Histórico, por su parte, intentará crecer más hacia el centro, como lo ha intentado desde que se conocieron sus resultados en la consulta y consciente de la necesidad de lograr nuevos votantes.

Mostrándose como la propuesta alternativa, buscará acercarse a todos los sectores en descontento con el gobierno actual y, por medio de un discurso más moderado, intentará ganarse la simpatía de los electores que aún desconfían de él por causa de su extremismo.

Petro comprende que no solo necesita crecer en electorado para alcanzar la Presidencia, sino que mayores niveles de apoyo electoral se traducen en niveles más altos de legitimidad y gobernabilidad.

Tiene una complicación adicional con su rival Rodolfo Hernández por su capacidad de recoger votos en todos los sectores, razón por la que Petro le apunta a fortalecer su electorado, al tiempo que recoge votos del centro.

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El camino a la segunda vuelta presidencial estará lleno de estrategias y movimientos, y contará con alianzas para la búsqueda de nuevos adeptos.

La candidatura que mejor presente un discurso atractivo y logre transmitir seguridad, será la que convenza al voto en disputa y llegue a la Casa de Nariño.

Cabe aclarar que cualquiera que sea el presidente electo entre las dos opciones en contienda, tendrá un difícil escenario de gobernabilidad.

El escenario político actual muestra un gran descontento social y unos bajos niveles de credibilidad en la clase política, que sumado al polarizado debate electoral que se ha vivido en esta campaña, le deja importantes retos de gobernabilidad al nuevo presidente.

El escenario donde el nuevo mandatario deberá enfrentar desafíos que midan e indiquen el nivel de su gobernabilidad será el Congreso de la República.

Con las elecciones del 13 de marzo, se refleja que hay un Congreso con un alto nivel de fragmentación en el que ninguno de los espectros políticos logra mayorías y en el cual el presidente debe entrar a negociar, de manera intensa y constante, para lograr la aprobación de los proyectos que proponga.

Las bancadas declaradas como independientes serán determinantes dentro de esa negociación y tendrán la posibilidad de moderar las propuestas que encuentren inconvenientes para su aprobación.

De no lograr las mayorías, el presidente electo tendrá que recurrir a decisiones ejecutivas que le darían una baja legitimidad social y política.