Las startups extranjeras temen volver a China tras el fin de Covid Cero

Las consultas de pequeñas y medianas empresas que desean entrar en China cayeron un 18% el año pasado respecto al anterior

Peatones en el distrito financiero Lujiazui de Pudong en Shanghai, China, el lunes 10 de octubre de 2022. Fotógrafo: Qilai Shen/Bloomberg
Por Jennifer Creery
28 de marzo, 2023 | 08:09 PM

Bloomberg — China quiere que el mundo sepa que su economía vuelve a estar abierta a los negocios, pero las nuevas empresas extranjeras y las compañías más pequeñas tienen una creciente lista de razones por las que el gigantesco mercado de consumo está perdiendo su atractivo.

Reina la cautela, ya que las empresas se enfrentan a un entorno empresarial impredecible. La absolutista política pandémica de Pekín impidió a los recién llegados entrar en el mercado, mientras que los que ya estaban allí se vieron inmersos en un ciclo de cierres y reaperturas que perjudicó a los beneficios y puso de relieve la complejidad de hacer negocios en un país donde el gobierno ejerce el control último.

Mientras que multinacionales como Starbucks Corp. (SBUX) y Apple Inc. (APPL) han invertido demasiado en China como para plantearse retirarse a estas alturas, marcas extranjeras más pequeñas y empresas dirigidas por emprendedores se están replanteando lo que en su día fueron ambiciosos planes para entrar en este país de 1.400 millones de habitantes.

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Las consultas de pequeñas y medianas empresas que desean entrar en China cayeron un 18% el año pasado respecto al anterior, según el Centro de PYME de la UE, mientras que el interés de las empresas estadounidenses también ha disminuido, afirma la Cámara de Comercio Americana en China

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Nutricare Holdings fue una de las víctimas. Hace tres años, esta empresa emergente del sector sanitario con sede en Melbourne destinó un millón de dólares a introducir sus tiritas hipoalergénicas en China. Pero el cierre de Covid en el país puso en pausa esos planes, y por ahora la empresa se está centrando en otros mercados.

“Estamos reevaluando una nueva hoja de ruta”, afirma su fundador, James Dutton. “Estamos en conversaciones con grupos de Japón y expandiéndonos a Filipinas y otros países de la región, como Taiwán, que facilitan la entrada en el mercado”, añadió.

Las pequeñas empresas extranjeras representan una pequeña parte del vasto panorama empresarial chino, pero su incertidumbre pone de manifiesto un cambio más general en la actitud ante la posibilidad de operar en un mercado que, antes de la crisis de Covid, pocos podían permitirse el lujo de evitar.

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La Cámara de Comercio Americana en China declaró en marzo que, por primera vez en unos 25 años, el país asiático no es una de las tres principales prioridades de inversión para la mayoría de sus miembros, mientras que casi la mitad de las empresas estadounidenses que ya están en el mercado no tienen previsto realizar nuevas inversiones.

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“Solía recibir cientos de solicitudes de pymes y startups cada mes”, dijo Pieter Verstraete, consultor y director general de One-stop China, que ayuda a las empresas europeas a entrar en el país. Registró 278 consultas de empresas europeas en 2019, pero una media de solo 54 al año entre 2020 y 2022.

No solo las startups y las empresas más pequeñas están retrocediendo. Los minoristas de moda estadounidenses Urban Outfitters y Everlane comenzaron a retirarse de China en 2021, solo unos años después de entrar en el mercado. Everlane achacó el cierre de su tienda en la plataforma de comercio electrónico Tmall al impacto de los cierres patronales y a las dificultades de operar durante la pandemia, aunque los consumidores chinos pueden seguir comprando en su sitio web global.

Aunque el abrupto final del régimen Covid Cero en diciembre ha reavivado cierto interés -Verstraete afirma que ha recibido 19 consultas desde enero de empresas que quieren entrar en China-, la cautela persiste. Aunque anecdóticamente se ha producido un lento repunte en el registro de PYME, la Cámara de Comercio Británica en China afirma que las empresas siguen mostrándose recelosas. Los grupos empresariales australianos y neozelandeses afirman que aún no hay indicios de una oleada de reentrada.

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Las empresas europeas de Shanghai -donde el año pasado el bloqueo de dos meses paralizó empresas como Tesla Inc. y Volkswagen AG- han pedido al Gobierno que haga más para restablecer la confianza.

La sombra de Covid Cero no es el único motivo de cautela: Las pequeñas empresas extranjeras también se enfrentan a una mayor competencia de las marcas nacionales, algunas de las cuales se hicieron más fuertes en su ausencia, mientras que el creciente nacionalismo de los consumidores, alimentado por una relación más conflictiva con EE.UU. y Occidente, ha hecho que incluso grandes nombres como Nike Inc. pierdan cuota de mercado en China.

Alan Peng, cofundador de la consultora Sxper Dxper, con sede en Shanghai, que ayuda a las marcas occidentales a entrar en China, afirma que está desaconsejando a las marcas de precio medio y bajo que intenten entrar en el país debido a la competencia local.

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“La cantidad de inversión que tienen a su disposición y la velocidad a la que pueden desplegar el capital y captar las tendencias locales” deja poco margen a la competencia de pequeñas empresas extranjeras que carecen de los mismos recursos, dijo, y añadió que el país puede tener dificultades para recuperar su promesa de “fiebre del oro”.

Consciente del varapalo que ha sufrido, China intenta restablecer la confianza de los inversores mundiales en su economía, y recientemente ha prometido redoblar sus esfuerzos para atraer más inversión extranjera que impulse el crecimiento económico. Las nuevas inversiones extranjeras en el país aumentaron en enero hasta alcanzar el nivel más alto desde junio, aunque fueron impulsadas principalmente por grandes empresas multinacionales.

Según Joerg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio de la UE en China, las PYME podrían estar actuando como un “canario en la mina de carbón” para China como destino de inversión.

“El hecho de que se hayan mantenido alejadas de China durante más de un año y de que ni una sola empresa europea nueva haya entrado en el país en los últimos tres años” puede indicar que “la percepción sobre China ha cambiado”, afirmó.

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