Décadas de pruebas han dejado clara la conexión entre nuestra necesidad de estar conectados con los demás y nuestra salud física.
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Bloobmerg Opinión — Las órdenes de tu médico para mantenerte sano pueden incluir una rutina diaria de comer brócoli, ir al gimnasio y dormir bien por la noche. Ahora, al cirujano general de Estados Unidos le gustaría añadir otra medida a la lista: contactar a un amigo.

En un nuevo informe, Vivek Murthy afirma que EE.UU. está experimentando una epidemia de soledad y aislamiento que puede ser tan perjudicial para nuestra salud como fumar hasta 15 cigarrillos al día. Murthy también ofrece soluciones prácticas: políticas públicas y espacios que reúnan a la gente, así como cosas sencillas como enviar un mensaje de texto a un amigo o hacer voluntariado.

Si esto te parece poco convincente, o tan obvio que te preguntas por qué hay que explicarlo al público, piensa en lo poco que la sociedad estadounidense reconoce su desconexión, y en lo poco que comprende sus efectos perjudiciales para la salud física y mental. Vivir aislado socialmente tiene consecuencias muy reales, y EE.UU. necesita hacer cambios radicales a nivel social e individual para fomentar conexiones más profundas y saludables.

Sólo el 16% de las personas en EE.UU. dijeron “sentirse muy unidas” a su comunidad local en 2018, según el informe, y cerca de la mitad de los adultos en general experimentaron algún grado de soledad, estadísticas que seguramente empeoraron durante la pandemia. Aunque los adultos jóvenes y los mayores son especialmente vulnerables a la soledad, al igual que quienes tienen dificultades económicas o experimentan problemas de salud, “nadie es inmune”, afirma Julianne Holt-Lunstad, profesora de psicología y neurociencia de la Universidad Brigham Young, que también fue la redactora jefe del informe de Murthy. “Los humanos somos seres sociales, por lo que tenemos necesidades sociales”.

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La media de minutos diarios dedicados a relacionarse con amigos está disminuyendo para todas las edadesdfd

Décadas de pruebas han dejado clara la conexión entre nuestra necesidad de estar conectados con los demás y nuestra salud física. La Asociación Americana del Corazón publicó el año pasado una declaración científica en la que destacaba años de datos que relacionaban los sentimientos de soledad con las enfermedades cardiacas y los accidentes cerebrovasculares. Otro estudio reciente demostró que el aislamiento social aumentaba el riesgo de demencia en los adultos mayores.

A la inversa, nuevas investigaciones sugieren que las personas con una red social sólida pueden controlar mejor su diabetes, lo que a su vez puede prevenir las complicaciones de la enfermedad. Durante la pandemia murieron menos personas en los condados estadounidenses con fuertes vínculos sociales. Y el sentido de comunidad es crucial para la salud mental a largo plazo de los jóvenes, pues está relacionado con un menor número de intentos de suicidio y de abuso de sustancias, según me dijo recientemente Kathleen Ethier, directora de la División de Salud Escolar y del Adolescente de los CDC.

¿Qué significa estar socialmente conectado? El concepto adquiere muchas dimensiones en nuestra vida cotidiana, desde las personas que satisfacen necesidades emocionales o de intimidad hasta las que simplemente mejoran nuestro bienestar. Tener una red sólida es especialmente importante en tiempos de crisis. Son las personas que preparan el tren de la comida cuando tienes una emergencia sanitaria, rastrillan las hojas de las alcantarillas para que no se inunde tu sótano u ofrecen apoyo si has perdido el trabajo.

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También incluye a la persona que te da un café cada mañana en la cafetería o te marca el billete de tren por la tarde. “Incluso las pequeñas interacciones que tenemos con conocidos o con un desconocido en nuestra comunidad, ser capaces de sonreír y saludar, nos ayudan a sentirnos parte de algo”, afirma Holt-Lunstad. Incluso esos llamados lazos sueltos están relacionados con resultados positivos, afirma.

Arreglar el problema de la soledad de la sociedad no se hará de la noche a la mañana, y requerirá un esfuerzo individual y colectivo.

Para los individuos, el primer paso es integrar el aislamiento social en nuestra comprensión de la salud mental y física. También es crucial cultivar las relaciones, nuevas y antiguas. Eso podría significar ser más consciente de permanecer conectado con los amigos (enviando mensajes de texto o cogiendo realmente el teléfono) o hacer el esfuerzo de construir una red más profunda en tu comunidad mediante el voluntariado o la participación en una clase. Y, por supuesto, si realmente tienes problemas, pide ayuda a un profesional.

El informe de Murthy esboza muchas medidas prácticas, como políticas que fomenten la conectividad, como el permiso familiar retribuido, o la creación de espacios físicos, como bibliotecas y parques, donde la gente pueda reunirse. Y es necesario que más médicos reconozcan el aislamiento social como un riesgo para la salud y, a su vez, dispongan de las herramientas para vigilarlo y ayudar a sus pacientes a abordarlo.

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Por último, necesitamos más investigación sobre la causa fundamental de nuestro aislamiento social. Los teléfonos móviles y las redes sociales son objetivos fáciles de culpar, pero el conjunto de pruebas sobre sus daños frente a sus beneficios es complejo, dice Holt-Lunstad. No pueden explicar todo nuestro descontento.

Y si estás leyendo esto y piensas que estos sentimientos de aislamiento no te describen, eso es maravilloso. Y también: Tu trabajo no ha terminado. Formas parte del pegamento que nos mantiene unidos a todos, y puedes contribuir a una sociedad más feliz y sana. Eso puede manifestarse de formas muy sencillas, como sonreír y saludar a tu vecino. Puede ser resistir el impulso de hacer un comentario negativo cuando la cola del supermercado avanza demasiado despacio o tu pedido de café es incorrecto.

Estos pequeños gestos importan, dice Holt-Lunstad. “Ser agradable, conceder a alguien el beneficio de la duda en lugar de ser cortante o impaciente: esos pequeños actos de amabilidad pueden llegar muy lejos”.

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Sin duda, la pandemia agudizó nuestra crisis de aislamiento, pero también tuvo muchos momentos que reforzaron el valor de una sociedad conectada. ¿Recuerdas las escenas nocturnas de gente golpeando cacerolas para mostrar su gratitud a los trabajadores de los hospitales? ¿O salir a la calle para vitorear a los camiones que transportaban las primeras vacunas contra el Covid-19 Covid cuando salían del centro de fabricación de Pfizer? La emergencia ha pasado, pero tenemos que seguir ejercitando ese músculo de generosidad interior; al fin y al cabo, es bueno para nuestra salud.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

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