Bloomberg — Los legisladores mexicanos dieron la aprobación final a nuevos aranceles a las importaciones asiáticas, alineándose en gran medida con los esfuerzos de Estados Unidos para endurecer las barreras comerciales contra China, mientras la presidenta Claudia Sheinbaum busca proteger a la industria local.
El Senado de México votó el miércoles a favor del proyecto de ley que impone aranceles de entre el 5% y el 50% a más de 1,400 productos de países asiáticos que no tienen un acuerdo comercial con México.
El proyecto de ley se aprobó con 76 votos a favor, cinco en contra y 35 abstenciones, a unas horas de que la Cámara de Diputados aprobó la propuesta presidencial.
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Los nuevos gravámenes entrarán en vigor a partir de enero de 2026 y afectarán a una amplia gama de productos, desde ropa hasta metales y autopartes, y la producción masiva de las fábricas chinas será el foco de la legislación.
La aprobación del proyecto de ley se produjo en el contexto de las importantes conversaciones comerciales de Sheinbaum con el presidente Donald Trump y la presión para que se ajuste a sus prioridades, lo que alimentó las esperanzas de que los gravámenes de México a los productos chinos pudieran aliviar los aranceles estadounidenses sobre productos como el acero y el aluminio mexicanos.
Aunque Sheinbaum ha negado públicamente cualquier conexión con la propia arremetida arancelaria de Trump contra el gigante asiático, los nuevos gravámenes a las importaciones se asemejan al enfoque del líder estadounidense.
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Durante décadas, México ha adoptado el libre comercio más que casi cualquier otro país de América, firmando decenas de acuerdos comerciales con naciones de todo el mundo. Pero el partido izquierdista Morena de Sheinbaum ahora avanza en una dirección diferente.
La Secretaría de Hacienda de México estima que las nuevas tarifas generarán casi MXN$52.000 millones (US$2.800 millones) en ingresos adicionales el próximo año.
Sheinbaum envió la propuesta al Congreso a principios de septiembre, pero la presión de los gobiernos asiáticos y de los opositores nacionales (lobbies empresariales y legisladores críticos) retrasó su aprobación.
Los fabricantes que dependen de insumos fabricados en China, India y Corea del Sur, entre otros, advirtieron sobre el aumento de costos que podría impulsar la inflación. Algunos legisladores, incluidos algunos del partido gobernante, buscaron evitar una disputa con una región en auge que muchos consideran crucial para la diversificación de los mercados de exportación mexicanos.
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La aceptación de los aranceles por parte de Sheinbaum coincide con las preocupaciones de Estados Unidos respecto del llamado transbordo de exportaciones chinas a través de otros países, y sigue la acción de Canadá el año pasado de emular también los gravámenes estadounidenses a los autos eléctricos, el acero y el aluminio procedentes de China.
Los funcionarios chinos han criticado duramente los últimos aranceles mexicanos, calificándolos de injustificados y perjudiciales.
Según la legislación arancelaria, los automóviles chinos enfrentarán uno de los aranceles más altos, del 50%. El enorme sector automotriz del país actualmente representa el 20% del mercado mexicano, un aumento drástico respecto a las mínimas importaciones de vehículos de hace apenas seis años.
Los funcionarios mexicanos y las asociaciones automotrices locales respaldaron los gravámenes a las importaciones en un intento de proteger la producción nacional de vehículos, un importante impulsor del sector manufacturero de México.
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Junto con los nuevos aranceles, los legisladores aprobaron una medida que facultará a la Secretaría de Economía de México, responsable de la política comercial, a ajustar los aranceles a las importaciones como lo considere conveniente.
La medida establece que la secretaría “podrá implementar mecanismos e instrumentos jurídicos específicos para la importación de bienes procedentes de países con los que el Estado mexicano no tenga un tratado de libre comercio vigente”. La disposición cita el objetivo del mecanismo flexible de garantizar el suministro de importaciones clave en condiciones competitivas.
La política podría proporcionar a los funcionarios mexicanos herramientas útiles antes de la revisión del próximo año del pacto comercial T-MEC de América del Norte con negociadores estadounidenses y canadienses.









