Bloomberg — El presidente chino, Xi Jinping, está renovando su presión para que EE.UU. cambie una frase de hace décadas que describe su postura sobre la independencia de Taiwán, una concesión que supondría una importante victoria diplomática para Pekín.
China ha pedido a la administración Trump que declare oficialmente que “se opone” a la independencia de Taiwán, según una persona familiarizada con el asunto, que pidió no ser identificada al discutir información privada.
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La redacción sugerida es más fuerte que la declaración anterior de la administración Biden de que los funcionarios estadounidenses “no apoyan” que la isla autogobernada busque la independencia formal, y se sumaría a la campaña de China para aislar a Taiwán en el escenario mundial. El Wall Street Journal informó primero de la petición.
La administración Trump no ha tomado una decisión con respecto a la demanda, y es una en una larga lista de peticiones de la parte china bajo consideración, según otra persona familiarizada con el asunto, que pidió no ser identificada ya que la información es privada. Actualmente no está disponible en la página web del Departamento de Estado una hoja informativa sobre los vínculos de EE.UU. con Taiwán.

El lenguaje que define la relación de EE.UU. con Taiwán ha sido durante mucho tiempo un tema delicado. En febrero, después de que el Departamento de Estado retirara abruptamente de su página web una frase que decía que EE.UU. “no apoya la independencia de Taiwán”, Pekín instó rápidamente a Washington a “corregir sus errores”. Antes de eso, el gobierno de Biden retiró la frase en mayo de 2022, pero la restableció después de que funcionarios chinos protestaran.
El Ministerio de Asuntos Exteriores chino no respondió a una solicitud de comentarios. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Taiwán, Hsiao Kuang-wei, dijo que Taipei “sigue vigilando de cerca las narrativas manipuladoras de Pekín, al tiempo que mantiene una comunicación fluida y estrecha con EE.UU. y otros países socios”.
El Departamento de Estado de EE.UU. no respondió a una petición de comentarios realizada fuera del horario laboral.
Cualquier cambio en la redacción avivará la preocupación de que la postura de Washington sobre la democracia autogobernada, que Pekín considera parte de su territorio, se esté convirtiendo en moneda de cambio para la guerra comercial. En un brusco cambio de política, Trump ya puso sobre la mesa de negociaciones algunas restricciones tecnológicas impuestas a China por motivos de seguridad nacional.
Según Craig Singleton, director senior del programa sobre China de la Fundación para la Defensa de las Democracias, con sede en Washington, “el significado tiene menos que ver con un cambio inminente de la política estadounidense y más con que Pekín está poniendo a prueba la determinación de Washington en una cuestión que considera central para su posición”.
China planteó repetidamente este cambio retórico a la administración Biden, que se negó a cumplirlo, añadió: “El hecho de que se vuelva a plantear es coherente con la estrategia incremental de Pekín: embolsarse pequeñas victorias y luego presionar para conseguir más.”
Las discusiones se producen mientras el presidente Donald Trump y Xi se preparan para una esperada reunión en una próxima cumbre en Corea del Sur, donde seguirán negociando los términos de un acuerdo más amplio. Mientras esas negociaciones se alargan, Washington aún no ha firmado un acuerdo comercial con Taiwán, centro mundial de chips, a pesar de al menos cuatro rondas de negociaciones.
Subrayando las susceptibilidades, Trump parece estar equilibrando los esfuerzos por mantener lazos cordiales con Taiwán con no interrumpir el diálogo con Xi. En julio, funcionarios estadounidenses denegaron a la presidenta de Taiwán, Lai Ching-te, el permiso para transitar por Nueva York, después de que China planteara objeciones a Washington sobre la visita. Esa vacilación inquietó a algunos funcionarios estadounidenses, que temen que Trump pueda conceder demasiado a Pekín, según dijeron personas familiarizadas con el asunto cuando se canceló el viaje.

Desde que el presidente Richard Nixon rompió los lazos formales con Taipei para establecer relaciones con Pekín en la década de 1970, EE.UU. ha adoptado una “política de una sola China” que deja sin determinar la soberanía de Taiwán. Durante décadas, Washington ha adoptado una “ambigüedad estratégica” sobre si las fuerzas estadounidenses defenderían Taiwán contra un ataque chino.
Taiwán es uno de los mayores puntos conflictivos en la relación de China con EE.UU., ya de por sí tensa por cuestiones como el comercio, las transferencias de tecnología y los derechos humanos. Washington es el mayor respaldo militar de Taipei, aunque Trump ha sugerido que la isla debería tener que pagar por su protección.
Desde que el Partido Democrático Progresista de Taiwán ganó el poder en 2016, el gobierno chino ha intensificado su mensaje global de que la democracia autogobernada es una “parte inalienable” de la República Popular China. Tales esfuerzos están dando sus frutos, según el Instituto Lowy, que descubrió que más gobiernos de países en desarrollo han suscrito la versión de Pekín de esa narrativa.
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Pekín retrataría cualquier cambio como una erosión del apoyo estadounidense a Taiwán y al gobernante DPP, dijo Sarah Beran, exalta funcionaria del Consejo de Seguridad Nacional en la administración Biden que se ocupa de los asuntos de China y Taiwán.
“Washington debería tener un listón muy alto para un cambio como éste: exigir una reducción verificable y mensurable de la actividad militar china en torno a la isla que apuntale significativamente la paz a ambos lados del estrecho”, añadió Beran, que ahora es socia de Macro Advisory Partners.
Con la colaboración de Jing Li, Michelle Jamrisko y Colum Murphy.
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