En lo que supone el triunfo definitivo de los disruptores, Netflix Inc. (NFLX) ha ganado la batalla por la prestigiosa productora hollywoodiense Warner Bros. Discovery Inc.(WBD) con un acuerdo por valor de US$72.000 millones efectivo y acciones.
Pero, ¿tiene realmente sentido?
La transacción, que asciende a US$83.000 millones incluyendo la deuda, marca sin duda un momento histórico en el ataque de la industria tecnológica al negocio del cine. La adquisición por parte de Amazon.com Inc. (AMZN) de Metro-Goldwyn-Mayer y la franquicia de James Bond por US$8.500 millones palidece en comparación con esta.
Y una adquisición tecnológica de una marca como Warner puede parecer algo inevitable, dado el giro que han dado los hábitos de consumo audiovisual hacia el streaming (transmisión) y el scroll (desplazamiento en pantalla) en lugar de sentarse durante 90 minutos o más en una sala de cine.
Aún así, las primeras críticas son mixtas.
La lógica que más peso tiene es la de ofrecer a los suscriptores de Netflix más contenido para mantenerlos pegados a la plataforma. El catálogo adquirido incluye algunas franquicias fenomenales, como Harry Potter y el Universo DC. A nivel televisivo, une a Netflix con HBO.
Los directivos de Netflix confían en que podrán distribuir el contenido de Warner a más espectadores que en la actualidad. En caso de que así sea, y Netflix ya ha demostrado que sabe cómo hacer crecer su base de suscriptores de pago, hay mucho valor por explotar.
En términos financieros, se han logrado ahorros considerables al reducir los costos generales de duplicación, con un valor aproximado de US$2.500 millones anuales, un respetable 6% de los ingresos de Warner el año pasado.
Esto reduce el múltiplo de valoración de la transacción a 14 veces el beneficio para 2026 (medido por las ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización), desde 25 veces.
Las valoraciones de los acuerdos con los estudios han oscilado entre 15 y 22 veces el Ebitda, según Bloomberg Intelligence. Estas sinergias contribuyen en gran medida a aliviar el esfuerzo. (El acuerdo excluye las cadenas de cable tradicionales de Warner, como CNN y TNT, que se están escindiendo).
También existen beneficios tácticos más amplios.
Si Netflix controla el contenido, se asegura un conjunto de títulos lucrativos en lugar de tener que cerrar un acuerdo de licencia con Warner u otro futuro propietario.
Las desventajas varían en grado.
La deuda aumentará a medida que la compañía recurra a préstamos para financiar la mayor parte del componente en efectivo del precio de oferta de US$27,75 por acción.
Las cifras son alarmantes.
Netflix debe recaudar US$50.000 millones, además de asumir US$11.000 millones en deuda neta. Aun así, Bloomberg Intelligence cree que la importante generación de efectivo de Netflix debería permitirle reducir su apalancamiento rápidamente.
Más preocupante es el riesgo de un choque cultural entre dos organizaciones tan diferentes y la posibilidad de que el público se canse de algunas de las grandes franquicias adquiridas.
El acuerdo también inmoviliza tiempo y recursos financieros que podrían haberse invertido mejor simplemente comprando o creando más contenido internamente, por ejemplo, en deportes, advierten los analistas de Barclays Plc.
“Nos sorprende que Netflix haya sentido la necesidad de gastar más de US$80.000 millones y pagar una prima por algo que la empresa alteró, y no está claro qué problema u oportunidad está resolviendo Netflix que no se hubiera podido lograr de manera orgánica”, dijeron los analistas de Barclays.
Además, Netflix no ha realizado un gran acuerdo como este antes. Aunque quiera mantener los activos de Warner como entidades casi autónomas, la falta de experiencia en la supervisión de una integración a esta escala debe ser preocupante. En cualquier caso, existe un largo historial de grandes acuerdos de medios con dificultades para generar valor.
Sobre todo, ¿qué beneficios ofrece a los espectadores?
La pregunta clave es si esta unión dará lugar a la creación de contenido excelente que ninguna de las dos compañías habría producido de otro modo, o si, de hecho, se terminarán creando menos películas y series memorables.
Netflix señala que cuenta con una década de experiencia en la creación de contenido, mientras que Warner tiene más de un siglo. Sin embargo, el comentario subraya la preocupación de que Netflix, como nuevo controlador, no aporte las habilidades que le permitan a Warner desempeñar mejor su labor principal: crear entretenimiento.
La transacción tampoco tiene un camino fácil hacia su cierre.
La combinación de servicios de streaming rivales plantea obvias cuestiones antimonopolio. Y es evidente que su rival Paramount Skydance Corp., de David Ellison, está desesperada por hacerse con Warner. Queda por ver cómo responderá; impugnar una adquisición acordada es una tarea difícil, pero no imposible.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.
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