Bloomberg — El gobierno estadounidense tendrá que dar por perdidos miles de millones de dólares de préstamos estudiantiles de prestatarios que murieron durante la pandemia, añadiendo otra complicación a un sistema mal equipado para hacer frente a la reanudación de los pagos este otoño
Se calcula que unos 300.000 prestatarios han muerto desde marzo de 2020, cuando se inició la pausa, según Adam Looney, economista de la Universidad de Utah cuya investigación incluye las políticas de préstamos estudiantiles.
Incluso si esa cifra se redujera a la mitad (lo que, según los demógrafos, sería bastante conservador), es probable que el gobierno perdiera más de US$5.000 millones, según un análisis de Bloomberg de datos gubernamentales.
La muerte es una de las únicas formas de librarse de pagar los préstamos estudiantiles, ya que la deuda muere con el prestatario. Está previsto que los pagos se reanuden en octubre, lo que probablemente estará plagado de dificultades logísticas debido al menor número de empresas que administran los préstamos y a los anticuados sistemas informáticos.
Los pagos perdidos debido a los prestatarios que han fallecido son sólo una pequeña fracción del total, pero siguen siendo significativos para un gobierno con unas finanzas más tambaleantes. Fitch Ratings rebajó la calificación crediticia de EE.UU. la semana pasada, destacando el montón de deuda que la nación ha acumulado en los últimos años, en gran parte debido al estímulo de la pandemia y a los recortes fiscales.
El Departamento de Educación no respondió a las solicitudes de comentarios.
El cálculo para llegar a los ingresos perdidos es doble. En primer lugar, Bloomberg pidió a economistas y demógrafos que calcularan cuántos prestatarios murieron durante el periodo de indulgencia. Los titulares de préstamos son más viejos ahora que antes de la pausa y, por tanto, tienen más probabilidades de morir.
Looney, que ha testificado ante el Congreso sobre las implicaciones de las políticas de préstamos estudiantiles del presidente Joe Biden, aplicó la tasa de mortalidad a las edades de los prestatarios, que ascendía a 93.000 muertes al año. Varios de sus colegas afirman que la cifra es razonable, entre ellos Ronald Lee, demógrafo y economista de la Universidad de California en Berkeley.
“La cifra es totalmente plausible”, dijo Lee. “Pensaba que era imposiblemente alta. Pero no lo es, en absoluto”.
Looney advirtió que la estimación unos 300.000 en total, podría reducirse a la mitad tras tener en cuenta las diferencias de ingresos, educación, ocupación, estado civil y otros factores que afectan a la salud y la longevidad. Sin embargo, Philip Cohen, profesor de Sociología de la Universidad de Maryland, dijo que eso sería un recorte demasiado grande, y que con reducirlo un 25% sería “suficiente”.
Bloomberg calculó entonces lo que debe el prestatario medio, dividiendo el importe total pendiente (US$1,6 billones) por el número total de prestatarios (46 millones). El resultado fue de unos US$35.720 por persona.
Multiplicándolo por la estimación conservadora de 150.000 muertes, ascendía a unos US$5.360 millones de pagos de préstamos estudiantiles perdidos.
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