Ola de calor golpea a Sudamérica: ¿qué países están en alerta y cuál sería el impacto?

La ola de calor en varios países de Sudamérica impacta los ecosistemas en medio de los graves incendios forestales en países como Colombia y pone en riesgo la salud de las comunidades ante las afectaciones a la calidad del aire

Ola de calor en Sudamérica
26 de enero, 2024 | 03:00 AM

Bloomberg Línea — De Argentina a Colombia, los efectos de una ola de calor en buena parte de Sudamérica se han hecho sentir con fuerza y mantienen en alerta a las autoridades ante los graves incendios forestales que se han desatado en algunos puntos de la región, afectado incluso a capitales como Bogotá, a medida que se endurecen los choques del fenómeno de El Niño.

“La ola de calor se está presentando principalmente por el fenómeno de El Niño en el cual nos encontramos en este momento. Este fenómeno se da por un aumento de las temperaturas en el océano Pacífico y el cambio climático lo está volviendo más fuerte (en términos de impacto) y más frecuente, al igual que el fenómeno de La Niña”, manifestó a Bloomberg Línea en Colombia el oficial en Gestión del Recurso Hídrico del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en inglés), Jairo Guerrero.

Bárbara Tapia Cortés, meteoróloga y coordinadora Técnica de Servicios en la Oficina Regional de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) para las Américas con sede en Asunción, agrega que Sudamérica se encuentra bajo la influencia de la estación estival, por tanto, son habituales los eventos de días calurosos durante los meses de enero y febrero.

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Sin embargo, el fenómeno de El Niño, presente desde mayo del 2023, alcanza su máximo entre diciembre y enero, situación que tiende a incrementar los eventos extremos de altas temperaturas y por ende las olas de calor (que corresponde a la persistencia de al menos tres días consecutivos de altas temperaturas sobre un umbral predefinido dependiendo de la localidad).

Con respecto a los incendios forestales, dice que las condiciones meteorológicas reinantes con temperaturas alta, bajo contenido de humedad, y a veces viento moderado, favorecen su mayor incidencia en especial durante los meses del verano.

Esta ola de calor que golpea a varios países de la región activó las alarmas en los Gobiernos y ha llevado a Colombia a confirmar la declaratoria de desastre natural para atender la emergencia, mientras espera la ayuda de Estados Unidos, Chile, Perú y Canadá.

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En Chile, el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) ha declarado alertas en varias regiones del país ante los incendios forestales que se presentan.

Santiago registró el pasado 25 de diciembre 34°C, temperatura que superó la última máxima en 50 años para un día de Navidad desde que se tiene reportes de este tipo de datos en la Dirección Meteorológica de Chile (DMC). Ya el miércoles pasado, la Estación Quinta Normal en Santiago registró una temperatura máxima de 36.7°C, la tercera más alta para un mes de enero en 112 años.

Entre tanto, en Argentina también rigen alertas por temperaturas extremas en ocho provincias, según el Servicio Meteorológico Nacional de ese país. Precisamente, en la Patagonia se ha registrado un calor récord y en la ciudad de Trelew se tocaron los 42.6 °C.

Días atrás, ciudades en Brasil como la emblemática Río de Janeiro llegaron a tocar los 42 grados °C y allí se rozó la sensación térmica de los 60°C.

En Ecuador, también se mantienen las previsiones de altas temperaturas por lo menos hasta los primeros días de febrero. El aumento de las temperaturas se sentiría especialmente en las provincias de Guayas, Esmeraldas, Los Ríos, El Oro y Manabí.

Según la OMM, para el caso de Argentina, se espera que hacia el comienzo de la semana del 29 de enero nuevamente se registren altas temperaturas en la zona centro y sur del país, lo que podría extenderse otras localidades en Paraguay y sur de Brasil.

Por la influencia de El Niño se espera que la época estival en Sudamérica este por sobre los valores normales para la época y presentando menos precipitación, principalmente en Colombia.

En este momento se está dando una tormenta terriblemente perfecta. Tenemos temporada de incendios, que es en este primer trimestre del año. Y número dos, el fenómeno de El Niño hace que tengamos unas sequías mucho más intensas y esto hace por supuesto que los incendios tengan mayor éxito y sean más difíciles de controlar”, explicó a Bloomberg Línea el profesor de cambio climático y salud ambiental Camilo Prieto.

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La confluencia de fenómenos está provocando un deterioro de la calidad del aire en las ciudades afectadas por los incendios forestales y esto termina siendo un riesgo para la salud de las comunidades, especialmente los adultos mayores y niños menores de cinco años, así como un detonante de la pérdida de la biodiversidad, con la destrucción de bosques primarios, y de la liberación de emisiones de CO2, ya que el carbono que está capturado en los bosques termina siendo expulsado.

También afecta la disponibilidad de agua e impacta el suministro a diferentes ciudades y especies que dependen de ellas, dado al déficit de lluvias que se presenta durante el fenómeno de El Niño y por aumentos en las tasas de evaporación debido a las altas temperaturas, complementa Guerrero.

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“Los incendios degradan la integridad ecológica de nuestros ecosistemas, amenazando la conectividad entre las diferentes áreas naturales. Aunque no lo veamos, las especies de fauna y flora se mueven constantemente y sin esos puentes naturales que conectan sus hábitats, como son los Parques Nacionales Naturales (PNN), sus poblaciones se aíslan”, detalló a Bloomberg Línea la oficial de Bosques y Cambio Climático en WWF, Johana Herrera.

Camilo Prieto resaltó que la situación estará directamente condicionada por la temporada de sequía y de la reducción de la intensidad del fenómeno de El Niño, que impacta a la región en medio de la lucha que aún se libra contra la inflación de alimentos.

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“Se supone que estamos en todo el pico, en febrero ya debería ser mucho mejor el comportamiento del fenómeno de El Niño, eso es lo que esperamos, pero todo esto es un asunto al que hay que hacerle un seguimiento diario y se hace mediante proyecciones trimestrales”, apuntó Prieto.

Dentro de las acciones, agrega Guerrero, es necesario preparar a las instituciones que atienden este tipo de emergencias como son el Cuerpo de Bomberos y gestión del riesgo y por supuesto fortalecer la conservación de ecosistemas claves como los bosques y sus suelos que facilitan la regulación hídrica.

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El 2023, el año más caluroso

Ola de calor en Sudamérica

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó oficialmente que el 2023 fue el año más cálido jamás registrado en el planeta y por un amplio margen.

Con esto, se tiene que la temperatura media anual del planeta se quedó a las puertas de superar en 1,5 grados Celsius (°C) los niveles preindustriales.

El 2023 ha sido el año más cálido jamás registrado y es probable que el efecto de calentamiento del actual episodio de El Niño intensifique aún más el calor en el 2024. Esto causará aún más fenómenos meteorológicos extremos que destruirán más vidas y medios de subsistencia. Por ello, debemos velar y trabajar para que todos los países cuenten con Sistemas de Alerta Temprana que permitan tomar decisiones informadas y a tiempo, de manera de mitigar los efectos adversos.

Meteoróloga de la OMM, Bárbara Tapia Cortés

En 2023, la temperatura media anual del planeta estuvo 1,45 ± 0,12 °C por encima de los niveles preindustriales (1850-1900).

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“Es evidente que el paso de un episodio de La Niña —y su efecto de enfriamiento— a un episodio de El Niño —y su efecto de calentamiento— que se produjo a mediados de 2023 ha influido en el aumento de la temperatura del año pasado. Los efectos de El Niño en las temperaturas mundiales suelen ser más intensos después de que el episodio haya alcanzado su apogeo, por lo que 2024 podría ser aún más caluroso”, explicó la secretaria General de la OMM, la profesora Celeste Saulo.

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El impacto de las olas de calor en la región

Los cambios drásticos en la temperatura empiezan a copar cada vez más espacio en los debates regionales en medio de las afectaciones que eventos como las olas de calor están causando en los países.

Se estima que el número de muertes relacionadas con el calor en Sudamérica ha aumentado un 160% en promedio en el período 2017-2021, en comparación al 2000-2004, según un informe de Lancet Countdown, una organización internacional que reúne a institutos de investigación y universidades.

El reporte indica además que la exposición de las poblaciones en Sudamérica al peligro de incendio forestal muy alto o extremadamente alto ha aumentado en nueve de 12 países.

De hecho, se ha presentado “un aumento medio de siete días más de exposición por persona cada año en 2018-2021 (35% del cambio), en comparación con la línea de base de 2001-2004″.

“Las olas de calor afectan la capacidad de controlar el calor del cuerpo porque los mecanismos fisiológicos fallan. Nuestro organismo pierde calor a través de la sudoración, cuando la temperatura y la humedad relativa es muy alta, lo que sucede es que llega a tal punto de que el cuerpo ya no es capaz de eliminar el calor de manera normal, eficiente, y comenzamos a retenerlo y eso puede afectar a los diferentes órganos”, dijo a este medio la chilena Yasna Palmeira, investigadora de Lancet Countdown Latin America y coautora del informe.

Asimismo, se refirió a la relación entre las olas de calor y la malnutrición, que se da por la afectación a los cultivos ante una menor disponibilidad de agua y la muerte de los mismos en situaciones de sequía: “Todo esto genera una cascada en nuestros sistemas alimentarios”.

La fuerza de estos eventos, indicó, también va a depender de cómo las sociedades se preparan para reducir los efectos de estos choques climáticos extremos en el futuro por medio de una buena respuesta preventiva.

“Efectivamente, si consideramos la vía de la emisión de gases de efecto invernadero y de cómo el planeta se está calentando y el clima está cambiando, los escenarios futuros la verdad es que se asocian a eventos extremos, como ondas de calor, más frecuentes, potencialmente más severos y prolongados y ante esto la mitigación al cambio climático es clave”, dijo.

Según la Cepal, las estimaciones agregadas de los costos económicos del cambio climático en la región de LatAm y el Caribe, relacionados con un aumento de 2,5 °C de temperatura (muy probablemente alrededor del 2050), oscilan entre el 1,5% y el 5% del PIB de los países.

La doctora peruana Stella M. Hartinger, coautora del informe en Lancet Countdown, manifiesta a Bloomberg Línea que para contener los efectos de calor se requiere incrementar las áreas verdes en las ciudades como parques, plazas o zonas arboladas.

En su opinión, las áreas verdes pueden no solo amortiguar las temperaturas altas, sino que también mejorar la calidad de aire en las ciudades, fomentan la movilidad y actividades de esparcimiento. “Todo esto beneficia la salud”, indicó.

A nivel personal, recomienda permanecer hidratados, usar protección para el sol y mantener vigilados a los adultos mayores y niños pequeños, que son los más vulnerables.

WWF ha advertido que la recuperación de áreas afectadas por incendios es un proceso de largo plazo, por lo que deben incorporarse diversas acciones que promuevan no solo la regeneración de la cubierta vegetal, sino también la gestión de las cenizas y la retención de nutrientes, así como la mejora de la estructura del suelo.

Detalló que aunque este es un proceso que requiere la participación de múltiples actores, su conocimiento y experiencia en estas etapas de restauración, también se requiere lo siguiente:

• Valoración de los impactos sociales, económicos y ecológicos generados por los incendios, a diferentes escalas.

• Definir cuál es la intervención más apropiada para el área impactada. Si se necesitan acciones para darle condiciones similares al ecosistema afectado antes del incendio, o si se priorizan servicios ecosistémicos de interés social sin que esto signifique que se vuelva a una condición similar al que se tenía antes de la quema.

• Tener en cuenta impactos positivos a múltiples escalas: paisaje, regional y local.

• Evaluar el compromiso de las comunidades, así como las oportunidades y limitaciones de cada uno de los tipos de intervención.

• Incluir los conocimientos locales sobre el manejo y uso de los ecosistemas naturales.

• Mejorar las condiciones socioeconómicas de las comunidades locales.

• Priorizar el uso de especies nativas.

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