El dilema de Galápagos: conservar un ecosistema único ante las presiones del turismo

La población creciente y el turismo presionan a Galápagos para que mejore la gestión de residuos, adopte energías verdes y fomente un turismo cada vez más responsable.

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Iguana en Puerto Ayora, Galápagos, Ecuador. 
10 de diciembre, 2025 | 05:00 AM

Bloomberg Línea — Galápagos es un laboratorio viviente. Desde el aterrizaje en la isla Baltra, donde se ubica el aeropuerto principal, se divisan tonalidades únicas de azul y turquesa en las aguas que la rodean.

En un primer trayecto de dos horas hacia Santa Cruz, la isla más poblada y la más céntrica para realizar actividades turísticas, es posible ver iguanas terrestres, tortugas gigantes, aves como el pinzón de Darwin y pájaros carpinteros, y árboles como la scalesia y el palo santo.

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Esta es una pequeña muestra de las más de 2.000 especies únicas y protegidas del Parque Nacional Galápagos (PNG), un Patrimonio Natural de la Humanidad, ubicado en Ecuador.

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Las especies conviven con los aproximadamente 30.000 habitantes de todas las islas y con los turistas nacionales y extranjeros que en 2024 sumaron 279.277, según cifras oficiales. Para este año se espera un incremento del 4% o 5%, dice Christian Sevilla, director de ecosistemas del PNG.

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La economía insular depende en gran medida de este flujo. Actividades como la pesca, el turismo y el transporte marítimo aportan en conjunto unos US$110 millones anuales, equivalentes al 45% del Producto Interno Bruto (PIB) de Galápagos, señala el Banco Mundial.

“Nos jactamos de que el 95% del archipiélago está protegido y está en buen estado”, asegura Sevilla.

En efecto, el modelo de conservación y ecoturismo de Galápagos es un caso exitoso a nivel mundial y expertas consultadas por Bloomberg Línea destacan la gestión del PNG en estos ámbitos. Pero también existen alertas relacionadas con el crecimiento de la población y el turismo que presionan el uso de recursos, la gestión de residuos y la calidad del agua.

Turistas pasean por el Parque Nacional en Puerto Ayora, Islas Galápagos, Ecuador.

Impactos reales, ¿pero aún reversibles?

Valeria Ochoa – Herrera, directora de la maestría en Soluciones Ambientales y Sostenibilidad de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) dice que Galápagos está “muy cerca de llegar al límite de la sobreexplotación”, especialmente por el aumento de la población residente y del turismo.

Sus investigaciones, enfocadas en la calidad del agua, se han realizado en la isla San Cristóbal, pasando por la Bahía Naufragio (donde se realizan actividades turísticas) hasta la parte noroeste de la isla en donde no hay actividades humanas. Allí ya han evidenciado que hay más contaminación en las áreas urbanas y playas turísticas, mientras que los sitios alejados prácticamente no presentan elementos contaminantes.

Una de las razones es la falta de sistemas adecuados para la gestión del agua residual, sobre todo en tres de las cuatro islas pobladas del archipiélago: Santa Cruz, San Cristóbal e Isabela. “En Santa Cruz no tenemos una planta de tratamiento de aguas residuales. Todo está descargado directamente al mar”, advierte. Esta condición ha llevado a detectar también antibióticos, fármacos y drogas de abuso. Para ella es urgente instalar plantas de tratamiento de aguas servidas en Santa Cruz y potenciar los sistemas ya existentes en San Cristóbal e Isabela.

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Entre los contaminantes hallados también aparecen hidrocarburos, plastificantes y compuestos presentes en productos de cuidado personal, incluidos protectores solares. “Estos contaminantes emergentes pueden tener efectos en la flora y fauna de Galápagos”, dice Ochoa – Herrera, y manifiesta la urgencia de avanzar con las investigaciones sobre los impactos de estos elementos en la biodiversidad propia de las islas.

Estos estudios permitirían tomar medidas estrictas como lo han hecho en Australia, Colombia o México, al haber detectado los daños que los protectores solares causan a los arrecifes de coral y a la fauna marítima.

Un segundo punto de atención para la investigadora de la USFQ es la incidencia de las actividades marítimas que se concentran en los “taxis acuáticos” o embarcaciones que trasladan a residentes y turistas en las tres islas mencionadas. Al operar con combustibles fósiles, este medio de transporte ya está dejando trazas contaminantes en el agua de la zona. Esto incrementa la huella de carbono asociada al turismo, aumenta la emisión y eleva el riesgo de derrames de hidrocarburos en áreas protegidas, comprometiendo la meta de descarbonizar Galápagos en 2030.

Taxis acuáticos en Santa Cruz, Galápagos, Ecuador. Foto: Erika Astudillo

Estudios realizados reflejan la necesidad y la viabilidad de implementar motores eléctricos para las embarcaciones que operan en las islas. Sin embargo, Ochoa – Herrera advierte que un cambio de este tipo no puede tomarse de forma aislada, sino como parte de una estrategia energética integral de transición energética que involucre a todos los actores de la comunidad.

Actualmente, alrededor del 83% de la energía de Galápagos viene de combustibles fósiles, dice la académica, pero el potencial para implementar energías renovables, sobre todo energía solar, es “enorme”. Por su ubicación geográfica sobre la línea ecuatorial, las islas, y el Ecuador, reciben radiación solar al menos 340 de los 365 días al año.

A estas presiones se suma la contaminación plástica, un problema a nivel mundial. Según un estudio publicado por de Galápagos Conservation Trust y el Parque Nacional Galápagos en 2024, el 40% de estos residuos que llega al archipiélago proviene del mar fuera de la Reserva Marina de Galápagos —el doble del promedio global— y en las playas más afectadas se han registrado más de 2.500 microplásticos por metro cuadrado, muy difícil de limpiar.

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Para Ochoa-Herrera, la sostenibilidad futura de Galápagos requiere de fondos específicos para financiar la gestión del agua, energía y residuos —incluido un posible fondo de carbono— que permitan avanzar en proyectos de transición energética y protección de fuentes hídricas. Subraya, además, que las soluciones deben construirse junto con los habitantes de las islas, garantizando que la comunidad participe y se beneficie de los esfuerzos de conservación.

De todas maneras, también hay señales positivas y propuestas que han nacido de los propios galapagueños para reducir los desperdicios en sus islas con instituciones públicas y privadas que los apoyan. Un gran grupo de emprendedores está enfocado en la elaboración de productos a partir del plástico encontrado en las islas tras las limpiezas costeras, utilizar al máximo los productos alimenticios que se extraen del mar, elaboración de fertilizantes orgánicos, entre otras iniciativas.

V Encuentro Empresarial Galápagos – Santa Cruz 2025. Cortesía: Metropolitan Touring

¿Es posible un turismo 100% sostenible?

En Galápagos, conservación y turismo conviven desde hace décadas bajo reglas estrictas propias del Régimen Especial que rige en el archipiélago: ingresar a las áreas protegidas con guías naturalistas certificados, usar embarcaciones autorizadas, mantener distancia de dos metros con la fauna, no alimentar a los animales, no ingresar especies del continente ni extraer nada de las islas. Sin embargo, el crecimiento del turismo —260% en las últimas dos décadas— ha traído impactos que hoy motivan a autoridades y organizaciones a impulsar un turismo más responsable.

Chloe King, investigadora del Galápagos Conservation Trust, especializada en sistemas de turismo, lleva tres años estudiando los impactos de la actividad en el archipiélago. Tras comparar la gestión local con la de destinos como las Malvinas, Bangladesh, Indonesia o Timor-Leste, sostiene que “Galápagos es un modelo de ecoturismo para el mundo”, aunque advierte que “el turismo perfecto no existe” y que “siempre habrá impactos”.

Iguana de Galápagos en Tortuga Bay - Santa Cruz - Galápagos. Foto: Erika Astudillo

Para King, el turismo de cruceros en Galápagos está altamente controlado en número de embarcaciones, guías, itinerarios y estándares, y poco a poco va dejando más réditos en la comunidad local. Pero el turismo en tierra, cuyos beneficios son más palpables para la población, enfrenta más desafíos.

Según su investigación, más del 55% de visitantes llega a las islas sin un paquete turístico preestablecido y reserva alojamiento por plataformas como Booking o Airbnb, lo que ha derivado en que el 60% de hospedajes no esté necesariamente regulado. Esto ocasiona que muchos turistas arriben con información incompleta sobre este destino. “Muchas personas no saben que hay comunidades en las islas”, señala.

Mientras tanto, también hay casos exitosos como el hotel Finch Bay, operado por Metropolitan Touring. Su modelo combina turismo con educación ambiental, fomento de la economía local con el 87% de su personal nativo de Galápagos, conservación mediante el apoyo a proyectos para la protección del tiburón ballena y la iguana rosada, y prácticas ambientales en la gestión hotelera como la implementación de 364 paneles solares que generan el 37% de la energía del hotel.

Tortuga gigante de Galápagos - Ecuador. Foto: Erika Astudillo

Definir un límite de visitantes, o un “número mágico” como ella lo llama, es complejo, King considera indispensable reconocer que las islas tienen recursos limitados en agua, energía, manejo de desechos y control de especies invasoras. Su propuesta es medir los impactos del turismo en cada una de esas áreas y tomar decisiones con base en esos indicadores.

Ante este panorama, y a partir de más de 600 encuestas y talleres con residentes, científicos y turistas, King trabaja junto al Parque Nacional Galápagos y otras entidades involucradas en la creación de un código de conducta para los visitantes. Buscan definir qué información debe recibir cada turista antes de llegar y por qué. “El visitante debe conocer la importancia mundial de Galápagos, que la flora y fauna es única, su historia y los problemas que enfrenta. No podemos decir que todo está bonito todo el tiempo”, afirma.

En este proceso han surgido respuestas que reflejan cómo los galapagueños entienden su hogar y lo que esperan del turismo. A la pregunta sobre cuál debería ser el propósito de visitar un lugar como Galápagos, respondieron:

“Conocer y disfrutar de los paisajes de las islas y establecer una conexión con los animales y naturaleza”.

Artesano, Santa Cruz

“Admirar y respetar su biodiversidad única, promoviendo la conservación y el aprendizaje sobre la naturaleza en su estado más puro”.

Guardaparque, Santa Cruz

“Venir con respeto y conciencia, para admirar su belleza sin dañarla y aprender a convivir en armonía con la naturaleza y la comunidad local”

Operador turístico, Isabela

Para King, el camino para conservar las islas de forma sostenible pasa por involucrar más a la comunidad y que desde allí se fomenten la importancia y las vías para cuidar la naturaleza, la economía y la calidad de vida en Galápagos. “Hay niños que no tienen acceso al mar o que nunca han ido a Tortuga Bay (uno de los principales atractivos turísticos de las islas)”, ejemplifica.

Y, en segundo lugar, considera importante fortalecer el trabajo institucional, entendiendo las islas como un sistema completo donde cada parte —naturaleza, economía y sociedad— está interconectada.

Sevilla, del Parque Nacional Galápagos, comparte esta visión y considera prioritario trabajar con los gobiernos locales para mejorar la planificación y propender a un desarrollo ordenado de las islas. Él se refiere a que debe haber un trabajo más sincronizado para que el desarrollo urbano y rural de las ciudades vayan de acuerdo con las acciones que se emprenden en las áreas protegidas.

Iguana rosada de Galápagos. Foto: Cortesía Fundación Jocotoco

Una de las medidas estatales implementadas el año pasado para obtener más recursos para la conservación frente a los impactos ambientales fue el incremento de la tasa de ingreso que todo visitante debe pagar.

En 2024, la recaudación por tasa de ingreso ascendió a US$22,1 millones, lo que representa un incremento de US$4,2 millones en comparación con 2023 y US$7,5 millones más frente a 2022, de acuerdo con cifras del PNG. Estos recursos se distribuyen entre el Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos, la Dirección del Parque Nacional Galápagos Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad y Cuarentena para Galápagos y gobiernos autónomos descentralizados.

Para Sevilla, el objetivo de este incremento no necesariamente fue reducir el número de turistas, sino mejorar la calidad del turismo que ingresa. “Estaba entrando un turista que no dejaba ni siquiera los recursos económicos para mitigar el impacto que él mismo producía”, admite.

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