Un fósil de 6 millones de años cambia lo que se sabía sobre el Istmo de Panamá

Un equipo internacional liderado por investigadores panameños redefine la cronología del cierre del Istmo con evidencia inédita.

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El paleontólogo marino Carlos De Gracia descubrió en Colón un fósil de pez de 6 millones de años perteneciente a la familia de los pargos.
28 de septiembre, 2025 | 02:00 AM

Bloomberg Línea — Durante años, se creyó que el Istmo de Panamá, esa delgada franja de tierra que conecta América del Norte con América del Sur, se cerró completamente hace unos 10 millones de años, bloqueando el paso de agua entre el Caribe y el Pacífico y provocando un reordenamiento climático y ecológico a escala global.

Pero un reciente hallazgo en la costa caribeña de Panamá, podría cambiar esa historia.

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Un fósil marino descubierto por Carlos De Gracia, paleontólogo y profesor del Departamento de Zoología de la Universidad de Panamá, revela que las conexiones profundas entre ambos océanos aún estaban activas mucho tiempo después de lo que se pensaba.

Fósiles de Panamá

Se trata de un pez de aguas profundas de la familia Lutjanidae (pargos), con origen en el Indopacífico, encontrado en rocas que datan de hace aproximadamente seis millones de años.

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El hallazgo, publicado en la revista científica Swiss Journal of Paleontology, sugiere que todavía existía un paso marino entre el Pacífico y el Caribe en ese momento.

La investigación fue posible gracias al trabajo conjunto de un equipo multidisciplinario e internacional, integrado por científicos de Panamá, Brasil, Venezuela, Alemania y Suiza, que aplicaron técnicas fósiles, geoquímicas y geológicas para confirmar tanto la edad del depósito como las condiciones ambientales del entorno volcánico donde se preservó el pez.

“Este hallazgo cambia nuestra comprensión sobre las etapas finales del cierre del Istmo. Nos indica que para hace seis millones de años todavía había intercambio marino profundo entre ambas cuencas”, dijo De Gracia a la revista Hacia la Luz, de la Universidad de Panamá.

Mapa de ubicación de los afloramientos explorados en el centro-norte de Panamá. El asterisco azul indica la localidad en la arenisca de Chagres (Formación Chagres) donde se recogió el fósil de pargo.

Según la investigación, esta especie (Etelis bathypelagicus, una nueva para la ciencia) habitaba entornos marinos batiales, es decir, de aguas profundas, entre 200 y 500 metros de profundidad. Su presencia en los sedimentos sugiere que todavía existía una conexión interoceánica profunda entre el Caribe y el Pacífico en ese periodo, una vía conocida como el Último Estrecho Interoceánico Centroamericano Profundo (LICADS, por sus siglas en inglés).

Un fósil panameño, estudiado desde Europa

El espécimen fósil fue recolectado por Carlos De Gracia y Federico Moreno el 25 de julio de 2012 en un afloramiento marino a unos 1,5 km al suroeste de la desembocadura del río Piña, cerca de la ciudad de Piña, distrito de Chagres, provincia de Colón. Actualmente, el espécimen forma parte de la colección paleontológica del Naturhistorisches Museum Basel, en Suiza.

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Pero el trabajo de campo no terminó allí. Entre septiembre y octubre de 2024, De Gracia, junto con los paleontólogos Félix Rodrigues y Orangel Aguilera, realizó una nueva expedición científica a varios puntos de Playa Tortuguilla, Fuerte San Lorenzo, Río Indio y el suroeste y noroeste de Piña, con el objetivo de recolectar nuevos fósiles, obtener muestras de roca y revisar las secciones geológicas con tecnología actualizada.

El análisis científico combinó varias disciplinas. Por un lado, se comparó el esqueleto fósil con especies modernas de lutjánidos, conservadas en museos de Brasil y Francia. Por otro, se aplicaron herramientas de microtomografía computarizada (microCT) para estudiar con precisión la morfología ósea del pez, sin dañarlo.

Al mismo tiempo, se realizaron estudios geoquímicos y micropaleontológicos sobre las rocas que rodeaban el fósil. El equipo aplicó técnicas como difracción de rayos X, microscopía electrónica de barrido (SEM) y espectroscopía (EDS), además del análisis de microfósiles como foraminíferos. Estas pruebas permitieron reconstruir las condiciones ambientales del fondo marino hace seis millones de años, en plena actividad volcánica.

Estas nuevas etapas de la investigación contaron con científicos jóvenes, formados con apoyo de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT).

La combinación de estos análisis permitió confirmar la edad del fósil y su fuerte conexión con fauna de afinidad con el Pacífico, lo que respalda la hipótesis de que todavía existía un paso profundo entre los dos océanos en esa etapa tardía del Mioceno, que finalizó hace 5,3 millones de años, justo antes del aislamiento definitivo del Atlántico y el Pacífico.

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