Imagen de tropas ucranianas
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Bloomberg Opinión — La primera etapa de la guerra en Ucrania no salió según el plan de Vladimir Putin, pero son las próximas cuatro semanas las que podrían determinar cómo cambia el mapa de Europa a raíz de su invasión. El endurecimiento progresivo de las sanciones que hemos visto en los últimos días no cambiará mucho esa batalla. También requerirá un aumento importante en el suministro de armas y cambios en los tipos de armas suministradas por los aliados de Ucrania en Gran Bretaña, Estados Unidos y otros países.

Los analistas militares y los funcionarios de EE.UU. y otros países de la OTAN están advirtiendo que en la próxima semana o 10 días se intensificarán las operaciones militares rusas, con el despliegue de fuerzas rusas reabastecidas en la región de Donbás llevando a cabo un intento de derrotar a los resistentes ucranianos en Mariúpol, liberando a las fuerzas rusas ahí para un movimiento de pinzas tanto del norte como del sur.

Por muy malo que haya sido el desempeño de las fuerzas de Rusia en el campo de batalla hasta ahora, ha pasado a tener un conjunto de objetivos más realistas. En lugar de una invasión desde tres frentes, Rusia ahora tendrá un solo eje en el que concentrarse, y uno en el que sus líneas de suministro sean menos vulnerables a los ataques de Ucrania. Rusia también ha tomado la medida del ejército ucraniano, al que subestimó gravemente.

Antes de la guerra, las Fuerzas Conjuntas de Operaciones (JFO) de Ucrania en el este, con más de 40.000 efectivos, eran las mejor equipadas y entrenadas de las fuerzas ucranianas. Esas tropas siguen decididas, pero las últimas cinco semanas de duros combates les han pasado factura. Además, son más difíciles de abastecer y no cuentan con las mismas ventajas de defensa aérea que las de Kiev.

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Es posible que Putin tenga en mente el 9 de mayo (ya conocido como el Día de la Victoria en Rusia, cuando el país celebra la derrota de la Alemania nazi) como una especie de fecha límite para recuperar el este de Ucrania, que Putin considera un paso hacia la restauración del imperio y la esfera de control perdidos de Rusia. Si las fuerzas rusas consiguen tomar terreno, intentarán entonces sellar esa parte de Ucrania.

Pero Rusia carece de las fuerzas necesarias para ir más allá de la zona de la JFO de Ucrania, señala Jack Watling, experto en guerra terrestre e investigador principal del Royal United Services Institute. Putin ha comprometido la mayor parte de las fuerzas de combate disponibles de Rusia en la operación original y tiene reservas limitadas. Las unidades que aún no están en Ucrania son tropas de apoyo, reclutas frescos o unidades que tienen responsabilidades en otros lugares, y el Kremlin se resistirá a cambiar.

Si las fuerzas rusas pierden impulso y se ven contrarrestadas por las armas antitanque y la artillería, Watling calcula que se agotarán en unas cuatro semanas. Entonces, Putin tendrá que tomar una decisión más importante: si pasa a una fase de guerra propiamente dicha a nivel doméstico, dejando de referirse al conflicto como una “operación militar especial” y ampliándolo y movilizando al país.

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La retirada de las fuerzas en torno a Kiev y la retirada de las objeciones rusas a la adhesión de Ucrania a la UE sugieren que ya se está produciendo un cierto reajuste por parte de Rusia. “Zelenskiy está ahora en una posición mucho más fuerte de lo que todos en Occidente pensaba que estaría”, señala Sir Malcolm Rifkind, antiguo secretario de Defensa y Asuntos Exteriores de Reino Unido, que ve algunos motivos para el optimismo. “La OTAN nunca ha sido tan fuerte como ahora. Alemania ha transformado totalmente su política de defensa con respecto a la que ha llevado a cabo durante los últimos 40 años. Rusia está a punto de perder uno de sus dos principales destinos energéticos y su más importante fuente de ingresos, aunque tardará algún tiempo. El proyecto Nordstream se ha hundido. Los rusos han perdido el control de sus reservas de divisas”.

Sin embargo, no es lo mismo ganar el primer asalto que imponerse hasta el final. Una Ucrania desmembrada cambiaría significativamente el panorama de seguridad de Europa. Y aunque algunos insten a Ucrania a llegar a un acuerdo lo antes posible, cualquier alto el fuego o acuerdo que deje a Ucrania vulnerable a nuevos ataques hará imposible un verdadero esfuerzo de reconstrucción, el cual requiere atraer inversiones.

La nueva fase de lucha que se avecina exige un nuevo tipo de apoyo occidental, sostiene Keir Giles, de Chatham House, autor de dos libros sobre la política exterior rusa de los últimos años. “Las armas que Ucrania necesita para seguir luchando no son totalmente defensivas. Para ayudar a Ucrania a no perder, sino también herramientas para ayudar a Ucrania a llevar la lucha al enemigo, los envíos deben incluir potencia de fuego de largo alcance para golpear profundamente en las zonas controladas por Rusia”, dice. EE.UU., dice, ha estado en modo de gestión de crisis en lugar de centrarse en las necesidades de Ucrania en una etapa crítica de la lucha.

Hay mucho que Gran Bretaña y otros países de la OTAN pueden hacer. La lista de compras de Ucrania incluye armas guiadas antitanque (ATGWs), sistemas portátiles de defensa aérea, munición, drones, radares, sistemas de misiles tierra-aire y las llamadas municiones de merodeo, que esperan pasivamente alrededor del objetivo el momento adecuado. Los tanques T-72 de la era soviética enviados por la República Checa son útiles porque la República Checa también puede producir piezas de repuesto y los ucranianos saben cómo utilizarlos y mantenerlos. Es menos obvio que una mezcla de otros vehículos armados, en diferentes plataformas, sea útil y llevar el suministro al este será más difícil.

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Ucrania necesitará suministros para los reservistas y reclutas que están siendo enviados al frente a medida que las asediadas fuerzas de allí van rotando. Los países de la OTAN tienen que facilitar la transición de algunas de las defensas de Ucrania, incluidas las aéreas, a plataformas que puedan recibir mejor apoyo (en un momento en que esos países están preocupados por su propio suministro). También es urgente el apoyo humanitario y la ayuda económica para evitar el colapso de la economía.

Sancionar a los oligarcas e incautar yates fue algo performativo comparado con lo que se necesita ahora para incidir en el futuro panorama de seguridad de Europa.

La invasión de Putin no fue un cisne negro, como se llama a los eventos devastadores pero completamente impredecibles, señalan los geoestrategas Florence Gaub y Andrew Monaghan. Más bien, dicen, se trata de un “rinoceronte gris”: impactante pero muy probable y totalmente predecible. La formulación de una respuesta requiere una consideración exhaustiva de los objetivos estratégicos y de los posibles escollos, y no una simple gestión de la crisis.

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Esta próxima fase de la guerra supondrá una prueba no sólo para las fuerzas ucranianas, sino también para la unidad del mundo democrático, su sentido de los objetivos y su capacidad para pensar con claridad en el futuro.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha.