Montevideo — La inflación en Uruguay permanece desde marzo por encima del 9% en términos interanuales, mientras al mismo tiempo el Banco Central del Uruguay (BCU) volvió este miércoles a subir la tasa de interés hasta 9,75% - 50 puntos básicos como era esperado- y ratificó el camino hacia una fase contractiva de la política monetaria. En este escenario, ¿cuándo empezará a verse una caída más pronunciada en el Índice de Precios al Consumo (IPC)? ¿Qué factores lo mantienen estable?
Los analistas esperan que el ritmo de descenso sea lento, y que sobre los últimos meses del año pueda quebrar el 9%, en particular vinculado a un descenso en el peso de los combustibles en la medición interanual del IPC.
Según divulgó el Instituto Nacional de Estadística (INE), el IPC se ubicó en 9,29% en los 12 meses cerrados a junio, desde el nivel de 9,37% de mayo, un valor estable en relación a lo registrado en abril y marzo. El mes de junio, en tanto, tuvo una variación mensual de 0,59%, por encima de las expectativas de los agentes del mercado de 0,50%.
Los analistas y agentes del mercado proyectan una inflación en 8,6% para fin de año, de 7,70% en los próximos 12 meses y de 7,20% al final de 2023, según la mediana de la última Encuesta de Expectativas de Inflación del BCU. El Ministerio de Economía y Finanzas proyectó para fines de 2022 la inflación en 8,5% y de 6,7% para fines de 2023, en su última estimación presentada el 30 de junio en el marco de la Rendición de Cuentas. Los niveles están todavía lejos del rango meta que desde setiembre estará ubicado entre 3% y 6%.
El camino de la inflación y el rol del petróleo
El gerente de Análisis Económico de CPA, Nicolás Cichevski, dijo a Bloomberg Línea que el escenario previsto es de “todavía algunos meses de inflación entorno al 9%, alguna décima por encima”, aunque “debería comenzar a ceder hacia finales de año”. “En gran medida porque uno esperaría que, sobre todo, los ajustes de los combustibles que empezaron en setiembre del año pasado dejen de operar en términos interanuales”, señaló.
Para Cichevski, la proyección de un IPC en 8,6% para fin de año “parece bastante razonable”. Por su parte, para 2023 debería haber una caída sobre el entorno del 7%, por el mismo motivo. “No estamos asumiendo que los precios de los combustibles siguen subiendo al ritmo de 15% o 20% anual. Por más que se mantengan estables y no caigan efectivamente, en la comparación interanual, si se mantienen estables, va a llegar un momento del año donde eso va a incidir a la baja”, añadió.
“El escenario es que nos quedan todavía meses de inflación interanual alta hasta tanto tengamos adentro del año móvil meses con fuerte aumento de los combustibles pasados, pero en definitiva la inflación debería comenzar a bajar de forma más pronunciada a inicios de 2023″, remarcó el economista.
Martín Alesina, investigador del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), sostuvo que “va a haber un descenso de la inflación, pero lento”. “La caída en el precio del petróleo y en el precio de ciertos commodities hacen que la inflación importada, que fue muy importante, ya no va a ser tanta. Eso va a presionar a la baja el aumento de precios”, señaló. Un enfriamiento de la economía, con menos demanda, es otro factor que puede llevar “gradualmente” a la caída del indicador en el mediano plazo, dijo.
El petróleo cayó en los últimos días debajo de los US$100 por barril y este factor, de mantenerse, puede incidir a la baja en la inflación a través de los combustibles. El gobierno mantuvo en julio el precio del gasoil y las naftas, tras haber realizado una suba por mes desde febrero.
De todos modos, los informes del Poder Ejecutivo marcan todavía una brecha entre el precio de paridad de importación y el de venta en surtidor. ANCAP había señalado que hasta mayo el subsidio por vender debajo del precio de referencia internacional costó en el entorno de US$93 millones. En tanto, un escenario consistente de petróleo a la baja empujará un descenso del PPI, y eso compromete al gobierno a bajar las tarifas, según manifestaron las autoridades en su momento.
Los economistas también señalan la incertidumbre por el futuro del precio de los commodites alimenticios y cómo podría afectar los niveles del tipo de cambio. De momento, Uruguay se mantuvo al margen del aumento del dólar por la dependencia de sus exportaciones de la carne y de la soja, que relativamente mantuvieron precios altos. Otros países de la región, con mayor incidencia de energéticos, ya tuvieron este año un fortalecimiento de la divisa norteamericana.
El dólar y las expectativas
Según el gerente de Análisis Económico de CPA Ferrere, en la actual coyuntura de precios también influye un tipo de cambio con el peso uruguayo apreciado que “viene incidiendo a la baja en la inflación”, sobre todo en algunos componentes del rubro transable como los electrodomésticos. Además apuntó que el nivel de precios de los servicios está contenido por la caída del salario real. El trigo, a su vez, bajó su precio, y eso puede influir “en décimas” para bajar la inflación.
“Lo que estamos viendo a mediano plazo es un cambio en la composición de la inflación. Se va a pasar de una inflación liderada por el componente transable, a una inflación más empujada por factores domésticos, en parte también por la recuperación del salario real”, resumió.
En su comunicado de este miércoles tras la reunión de su Comité de Política Monetaria, el BCU remarcó su “preocupación por la rigidez de las expectativas de inflación”. La previsión de la inflación para los próximos 24 meses es de 6,95% y de 6,60% para fines de 2024, con base en la encuesta del BCU. El equipo económico del gobierno proyecta el IPC en 5,8% para fines de 2024.
Consultado sobre este punto, Cichevski apuntó que las expectativas de inflación no han cedido “en parte” debido a que durante el primer semestre hubo un shock inflacionario derivado de la guerra en Ucrania que tuvo su impacto en los combustibles y algunos alimentos. “Eso demora la convergencia de las expectativas de inflación”, dijo.
Desde Ceres, en tanto, esperan que la inflación se ubique al final del período entre 6% y 7%. Alesina dijo que de todos modos el gobierno deberá trabajar “en la consistencia” de los objetivos macroeconómicos, en relación a los mensajes del BCU sobre la inflación pero al mismo tiempo los posicionamientos del gobierno en favor de incrementos salariales. “Va a ser importante trabajar en ajustar las expectativas pero dando mensajes consistentes entre la política salarial y la monetaria”, afirmó.
La suba de tasas
Tanto Cichevski de la consultora CPA Ferrere, Alesina de Ceres como Patrizio Drago de Adcap Uruguay señalaron que la política monetaria en Uruguay no es tan efectiva como en otros países, más que nada en el canal del crédito, por tratarse de una economía altamente dolarizada.
Es que si bien suben las tasas en pesos, gran parte de las empresas se financian en dólares, por lo que el canal de transmisión “no es tan directo”, explicó Cichevski, aunque dijo que el instrumento sí tiene efecto sobre las expectativas de los agentes y el tipo de cambio.
“No hay que descartar que parte de la situación con el tipo de cambio se deba a la política del BCU. Más allá de que no hay carry trade, es razonable que por ejemplo las transacciones hoy en día en el mercado de cambios incorporen que el BCU va a seguir con esta política de tasas y por tanto el dólar viene conteniendo en parte a la inflación”, dijo el gerente de CPA Ferrere.
En su comunicado de este miércoles, el BCU informó una suba de 50 puntos básicos, como había anunciado en mayo, y sostuvo que habrá nuevos ajustes en próximas reuniones.
Drago señaló que en los últimos cinco años la tasa promedio a 30 días en Uruguay estuvo en 7,22%, con una inflación promedio de 8,1%. En los cinco años anteriores, la tasa promedio fue de 11,8% con una inflación de 8,64%. “No es obvio tampoco que subir las tasas implique una convergencia al rango meta”, dijo. Según afirmó, la tasa tiene incidencia en el anclaje de la inflación, pero según su punto de vista más relevante es la disciplina fiscal y la independencia del Banco Central del Uruguay.
Alesina coincidió en la “efectividad limitada” de la suba de tasas para contener la inflación en Uruguay. En ese sentido señaló que, al ser tres cuartas partes del financiamiento en dólares, la efectividad del mercado en pesos es baja. En cuanto a las expectativas de inflación apuntó que la trayectoria histórica de Uruguay lo posiciona en la mayoría de los meses por afuera del rango meta, por lo que eso todavía incide en la credibilidad del BCU. Y, en el plano cambiario, afirmó que la suba de tasas presiona a la baja el tipo de cambio, lo que tiene “ciertos costos” por la caída en la competitividad.
¿Hasta cuándo más contractivo?
Los analistas también remarcaron que en su comunicado del miércoles el BCU ratificó las señales hacia una política monetaria contractiva.
Drago dijo que las perspectivas de crecimiento señaladas por el regulador en su comunicado del miércoles “abonan el terreno para seguir la senda de política monetaria contractiva” y emplear “todas las herramientas a disposición para combatir la inflación”. En ese sentido destacó “el compromiso con lo anunciado” de la actual administración del BCU.
De todos modos, tanto Cichevski como Alesina esperan que, en caso de concretarse una moderación de la inflación, puede haber alguna señal del BCU en el sentido de cortar la racha de suba de tasas consecutivas.
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