Bloomberg — Las conversaciones de alto al fuego entre Israel y Hamás volvieron a romperse, y el primer ministro Benjamin Netanyahu acusó al grupo islamista de plantear “exigencias extremas”.
“Hamás rechazó una vez más una propuesta de compromiso estadounidense”, dijo el martes la oficina de Netanyahu. Citó la insistencia de la organización en el fin inmediato de la guerra en Gaza, la retirada completa de las fuerzas israelíes del territorio y “dejar en pie su administración para que pueda repetir, una y otra vez, la masacre del 7 de octubre”.
Las dos partes negociaban en Qatar, mediador clave y sede de algunos dirigentes políticos de Hamás.
La declaración de Netanyahu se produjo después de semanas de conversaciones que parecían avanzar poco. Israel afirma que un alto al fuego solo puede ser temporal -unas seis semanas- y que la guerra debe continuar hasta que se desmantelen las unidades de combate que le quedan a Hamás.
Israel ha declarado que su próximo movimiento importante será enviar fuerzas a Rafah. La mayoría de sus aliados, incluido Estados Unidos, están muy preocupados por una ofensiva, ya que la ciudad del sur de Gaza alberga a más de un millón de personas que buscan refugio de la guerra.
El gobierno israelí argumenta que un asalto es necesario porque es el último bastión de Hamás y donde se encuentran varios miles de sus tropas, sus principales líderes militares y unos 100 rehenes israelíes.
“Tenemos la intención de librar esta lucha hasta el final”, declaró el martes a Bloomberg TV Ron Dermer, ministro israelí de Asuntos Estratégicos y uno de los aliados más cercanos de Netanyahu. “Si la posición de Estados Unidos es que no debe haber una gran operación militar en Rafah, entonces no estaremos en la misma página. Tenemos que entrar en Rafah y terminar el trabajo”.
Israel también afirma que Hamás, designado grupo terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, debe aceptar liberar a los rehenes para que se inicie una tregua. Hamás secuestró a unas 250 personas y mató a 1.200 cuando sus combatientes invadieron el sur de Israel desde Gaza el 7 de octubre.
Unos 100 rehenes fueron liberados durante la única pausa del conflicto hasta la fecha, que terminó a principios de diciembre. No está claro cuántos de los demás están vivos.
El ataque de represalia de Israel contra Gaza ha matado a más de 32.000 personas, según el Ministerio de Sanidad de Hamás, que no distingue entre combatientes y civiles.
Netanyahu está sometido a una presión cada vez mayor para que detenga los combates y permita la entrada de más ayuda en el enclave palestino para aliviar una crisis humanitaria. Las Naciones Unidas han advertido de una hambruna en algunas partes de Gaza.
Las relaciones entre Estados Unidos e Israel alcanzaron un nuevo mínimo el lunes, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución que exigía un alto al fuego inmediato. Netanyahu dijo que Estados Unidos -el único de los 15 miembros que se abstuvo- debería haber utilizado su derecho de veto. En respuesta, canceló el viaje de una delegación israelí a Washington que iba a discutir los planes para Rafah. Iba a estar encabezada por Dermer y el asesor de seguridad nacional de Israel, Tzachi Hanegbi.
La resolución de la ONU no decía que el alto al fuego dependiera de la liberación de los rehenes, algo que Israel ha exigido sistemáticamente.
El líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, afincado en Qatar, viajó el martes a Teherán. En una rueda de prensa con el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Hossein Amirabdollahian, dijo que la votación de la ONU demostraba que Israel “ya no tiene apoyo en el mundo”.
Dermer citó los elogios de Hamás a la resolución como prueba de que no debería haberse aprobado.
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