Buenos Aires — Los bonos soberanos argentinos tuvieron un fenomenal rally entre finales de 2023 y todo 2024 y se encaminan a finalizar el 2025 cerca de terreno neutro, luego de haber atravesado una volatilidad frenética, al ritmo de las elecciones. En ese contexto, Bloomberg Línea consultó a distintos brokers cómo sugieren a sus clientes posicionarse de cara a lo que viene, dividiendo la pregunta entre perfiles conservadores y perfiles agresivos.
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La mirada de Conosur
Florencia Calvente, head of research de Conosur Inversiones, plantea dos caminos bien diferenciados según el tipo de inversor: uno centrado casi por completo en renta fija corporativa en dólares para quienes buscan preservar capital, y otro con mayor presencia soberana para quienes apuntan a capturar compresiones de riesgo más pronunciadas.
En el caso de quienes priorizan estabilidad, Calvente dice que la propuesta parte de una cartera dolarizada compuesta íntegramente por deuda argentina. La clave, señala, es el escalonamiento de vencimientos para reducir volatilidad contable: “Seleccionamos obligaciones negociables (ON) corporativas principalmente, haciendo un escalonamiento de vencimientos en base a las necesidades de liquidez del inversor para evitar exponer la cartera a pérdidas mark to market, priorizando tanto los fundamentos crediticios, como la diversificación entre sectores y grupos económicos”.
Entre los instrumentos que considera adecuados, menciona obligaciones negociables de compañías como Pampa Energía, Vista Energy, Tecpetrol, TGS, YPF Luz, Genneia, Central Puerto, IRSA, Arcor, Galicia y BBVA. La elección depende del plazo, el sector y el objetivo de liquidez y retorno.
Además, sugiere sumar una porción acotada de Bopreal: “Se podría sumar 10% de Bopreal B y C con put ARCA, que está rindiendo en torno a 7,8-8,9%, pensando en potenciar los retornos de corto plazo y aumentar la liquidez de la cartera”. Recuerda que estos títulos pueden aplicarse al pago de impuestos en abril de 2026 y abril de 2027, lo cual les da una mecánica particular.
En el caso de YPF, la recomendación para perfiles conservadores es concentrar vencimientos dentro del actual gobierno para limitar el riesgo de volatilidad regulatoria.
Cuando el inversor está dispuesto a asumir más variación en precios, la propuesta cambia de eje: “Para un perfil más agresivo, sumamos soberanos y subsoberanos en lugar de aumentar el perfil de riesgo de crédito corporativo”, explica Calvente.
La visión de Conosur parte de un escenario de compresión del riesgo país hacia niveles de 350-400 puntos en los próximos 12 meses. Con ese telón de fondo, los bonos largos bajo ley extranjera aparecen como los grandes candidatos: “Los bonos soberanos largos tienen un potencial de compresión superior al 20%”.
Las preferencias dentro de ese universo se concentran en los Globales 2035, 2038 y 2041, además del Bonar 2030: “Priorizamos los Globales largos (35/38/41) y el Bonar 2030 dado que el spread de legislación para este último es hoy muy elevado y le vemos potencial de compresión”.
Entre las provincias, el enfoque también varía según la tolerancia al riesgo. CABA y Santa Fe encajan mejor en perfiles conservadores-moderados, mientras que Córdoba y Mendoza son alternativas para balances más agresivos. Salta queda reservada para quienes buscan todavía algo más de beta provincial.
Para un inversor agresivo, la composición que resume la estrategia de Conosur queda de la siguiente manera:
- 45% en Globales largos (GD35, GD38, GD41).
- 15% en Bonar 2030 (AL30).
- 15% en ON corporativas largas.
- 25% en bonos subsoberanos (Córdoba, Mendoza y Salta).
La sugerencia de Mills Capital Group
Emilio Botto, jefe de estrategia de Mills Capital Group, describe la organización de las carteras a partir de un elemento central: la tolerancia al riesgo. “Los portafolios con perfil conservador y agresivo los pensamos en base a la propensión al riesgo, dado por el grado en que un inversor está dispuesto a asumir el mismo”, explica.
Para los inversores con menor tolerancia a la volatilidad, Botto detalla una serie de parámetros que funcionan como guía:
- Duración modificada menor o igual a 2,5 años.
- Preferencia por riesgo corporativo antes que riesgo soberano.
- Predominio de emisiones bajo ley de Nueva York por sobre ley argentina.
- Y, dentro de la deuda soberana local, una inclinación por los Bopreales antes que por los Bonares, ya que —con la excepción del Bopreal Serie 4— concentran sus vencimientos dentro del mandato presidencial actual.
Sobre esa base, la propuesta concreta para un portafolio conservador se apoya en una combinación de deuda corporativa, Bopreal y un tramo acotado de deuda soberana. Según Botto, la composición sería:
- 40% en bonos corporativos de primera línea (5% Central Puerto 2029, 4% Pampa Energía 2034, 6% PanAmerican Energy 2032, 5% Pluspetrol 2032, 5% Tecpetrol 2032 y 15% YPF 2031).
- 30% en Boprea l(20% BPOB7 y 10% BPOC7).
- 10% en Bonar (AL30).
- 20% en Globales (10% GD29 y 10% GD30).
Botto señala que la lógica es mantener 40% de riesgo corporativo y que el 60% restante de riesgo soberano quede dividido entre Bopreales que vencen durante el actual mandato y bonos de tramo corto, con parte bajo ley de Nueva York y parte bajo ley argentina: “El racional es pensar en una potencial recompra de deuda soberana y beneficiarse del diferencial de legislación”.
Esa cartera, indica, muestra una tasa interna de retorno de 8,3%, una duración modificada de 2,5 años, 55% de emisiones bajo ley de Nueva York y un 40% total de riesgo corporativo.
“En contraposición, un portafolio agresivo tiene alta propensión al riesgo”, apunta Botto, y esa mayor flexibilidad permite trabajar con duraciones superiores a 2,5 años y más exposición soberana, incluyendo Bonares de vencimientos más lejanos.
La propuesta para este caso es totalmente soberana y se estructura así:
- 20% en Bopreal (5% BPOB7 y 15% BPOA8).
- 40% en Bonares (10% AL30, 15% AL35, 10% AE38 y 5% AL41).
- 40% en Globales (10% GD35, 15% GD38 y 15% GD41).
El argumento detrás de esta selección es claro: posicionarse en bonos con vencimientos 2035, 2038 y 2041, que son los que presentan mayor potencial de compresión si el riesgo país baja y que ofrecen una convexidad que actúa como colchón ante escenarios adversos. Según Botto, esta cartera tiene una TIR de 10,5%, una duración modificada de 4,20 años y 40% de emisiones bajo ley de Nueva York, diez puntos menos que la versión conservadora.
La visión de Mariva Fondos
Marcos Díaz Leal, portfolio manager de Mariva Fondos, plantea dos construcciones bien diferenciadas para inversores conservadores y agresivos dentro del universo de deuda corporativa y soberana en moneda dura. Su enfoque combina duración controlada, diversificación sectorial y búsqueda de carry, adaptado a la tolerancia al riesgo de cada perfil.
Díaz Leal propone que quienes priorizan estabilidad trabajen exclusivamente con deuda corporativa bajo ley de Nueva York. La selección se apoya en emisores cuya volatilidad se mantuvo contenida en los últimos meses, en un período en el que la deuda soberana y las acciones locales mostraron oscilaciones más amplias.
“La estrategia se basa en diversificar entre bancos, petroleras, aeropuertos y midstream, construyendo un portafolio defensivo pero con carry atractivo”, explica. Con esa combinación, el equipo logra una duración promedio de 2,4 años y un rendimiento a peor escenario cercano al 7,20%, una configuración orientada a preservar capital en dólares mientras se generan ingresos recurrentes.
Para quienes tienen mayor tolerancia a la volatilidad, la proporción entre soberanos y corporativos se invierte. “Proponemos una cartera que combina aproximadamente 60% soberano y 40% corporativo, con el foco puesto en maximizar la compresión de spreads bajo un escenario optimista de normalización y reingreso de Argentina a los mercados”, señala Díaz Leal.
En el tramo soberano, los bonos GD35 y GD41 son los preferidos de Mariva, por su sensibilidad a una eventual mejora en el riesgo país. Del lado corporativo, la apuesta pasa por tramos medio-largos de YPF, Pampa y Telecom, a los que se suman BMA 2029 y Pluspetrol 2032, hoy con tasas que el equipo considera especialmente atractivas en función de su riesgo relativo.
El resultado es una cartera con una duración de 5,26 años y un rendimiento a peor escenario alrededor del 9,48%, pensada para quienes están dispuestos a transitar mayor volatilidad de corto plazo a cambio de un potencial de retorno superior si los spreads se comprimen.
La propuesta de Insider Finance
Pablo Lazzati, CEO de Insider Finance, también detalla dos estrategias diferenciadas para inversores que quieran posicionarse en bonos hard dollar, según su tolerancia al riesgo y su horizonte de inversión.
Para quienes buscan baja volatilidad, Insider Finance sugiere una cartera repartida en partes iguales entre AL30, BPOB8 y BPOD7. La lógica detrás de esta composición apunta a capitalizar los pagos próximos de ciertos instrumentos.
“Lo que buscamos con este portfolio es que el inversor cobre de manera anticipada las amortizaciones que pagarán el BPOD7 y el AL30 en enero y junio, que hoy rinden entre 7% y 11%”, explica Lazzati. La estructura permite capturar retornos de corto plazo y mantener una duración acotada, aprovechando vencimientos cercanos y rendimientos aún elevados en ese tramo de la curva.
Para perfiles dispuestos a asumir más riesgo, Insider Finance arma un portafolio distribuido en 25% AL35, 25% AL41, 25% GD46 y 25% AE38. Se trata de títulos de vencimientos más extensos, donde la sensibilidad al riesgo país es mayor y, por lo tanto, también el potencial de ganancia si las condiciones mejoran.
“Esta estrategia es para perfiles dispuestos a estirar duration y apostar a la parte larga de la curva que se vería más beneficiada en un escenario en el que el riesgo país comprima en torno a los 300 puntos básicos”, sostiene Lazzati. Según sus estimaciones, una caída de esa magnitud impulsaría una fuerte compresión de spreads y, en consecuencia, una apreciación de capital en estos tramos. Los rendimientos actuales de esta selección se ubican entre 9,9% y 10,7%.
El análisis de Criteria
Desde Criteria, el foco está puesto en los bonos de vencimientos más próximos. Gustavo Araujo, head of research de la firma, sostiene que las mejores oportunidades se encuentran en el extremo corto de la curva, especialmente en el Bonar 2030.
“Favorecemos la exposición al tramo corto de la curva hard dollar local, donde identificamos un mayor potencial de compresión de spreads, especialmente en AL30 frente al comportamiento reciente de los Globales de similar duration”, señala. Según su visión, un mercado con menor volatilidad y un riesgo país estabilizado alrededor de 600 puntos básicos vuelve más visible la diferencia entre títulos de igual duración pero distinta jurisdicción.
Araujo explica que, en un escenario de normalización financiera, ese proceso llevaría a un empinamiento mayor de la curva, a medida que los rendimientos convergen hacia referencias comparables por rating. “En este contexto, las posiciones en AL30 se vuelven atractivas, impulsadas por el diferencial de spreads frente al GD30”, afirma.
Posicionamiento de Sailing Inversiones
Para quienes priorizan estabilidad y riesgo acotado, Auxtin Maquieyra, gerente comercial de Sailing Inversiones, recomienda concentrarse en obligaciones negociables de compañías energéticas de primera línea, todas bajo ley Nueva York.
Según detalla, las emisiones de Vista —VSCVO con un rendimiento del 7,67% y VSCTO cerca del 7,4%—, Pampa Energía —MGCOD al 7,61%— e YPF —YM34O al 7,59% y YMCXD al 7,53%— permiten armar un portafolio con buen nivel de carry, preservación de capital y riesgo crediticio limitado.
En palabras de Maquieyra: “Esta combinación permite construir una cartera con buen nivel de carry y riesgo crediticio acotado, manteniendo cobertura de ley NY”.
Para inversores dispuestos a tolerar más volatilidad, Maquieyra señala que el verdadero potencial aparece del lado de los bonos soberanos, que pagan más y ofrecen mayor upside en un escenario de compresión de spreads.
Dentro de ese grupo, destaca la parte larga de la curva, donde el AE38 rinde cerca del 10,83% y el AL35 alrededor del 10,36%. Ese diferencial frente a los corporativos, explica, vuelve a estos títulos más sensibles al riesgo país, pero también con mayor potencial de apreciación si avanza la normalización financiera.
Como resume Maquieyra, estos bonos “siguen siendo las alternativas con mayor potencial de compresión de spreads en un escenario de normalización financiera”.









