Vladimir Putin
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Bloomberg Opinión — Nada crea más confusión que la guerra. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, ha dicho que “la diplomacia conduce a la paz, y la paz es deseable para todos los seres humanos”. No obstante, funcionarios ucranianos han denunciado fuertemente las sugerencias (entre ellas la del ex secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger) de que se conformen con una vuelta al estadío anterior de las cosas, dejando a Vladimir Putin en control de grandes porciones de Ucrania.

Ucrania “no cambia su soberanía por alguien que llene su billetera”, dijo indignado un alto asesor de Zelenskiy. El propio presidente sugirió que los estadounidenses que se oponen a apoyar a su país “empiecen a leer algunas memorias de la Segunda Guerra Mundial” y que cualquier intento de apaciguar a Putin tendría como resultado en una mayor propensión a invadir otros países europeos.

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Los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial están muy frescos en países como Estados Unidos y Reino Unido. Para muchos en esos países, lo que parece una guerra justa en Ucrania les trae recuerdos de los mejores momentos de esos países. A Boris Johnson le encantaría ser visto como el Churchill de estos tiempos. Algunas de las declaraciones menos diplomáticas del presidente estadounidense se han hecho eco de la opinión de que sólo la derrota total de Putin le disuadirá de nuevas aventuras militares. Lo que constituye una derrota total sigue siendo bastante impreciso.

Y aquellos que todavía buscan un lugar para la diplomacia son rápidamente denunciados como apaciguadores y cobardes. Emmanuel Macron ha sido ridiculizado por tratar de convencer a Putin de hacer uso del sentido común, mientras que el canciller alemán, Olaf Scholz, ha sido criticado por ralentizar la prohibición total de importar petróleo y gas rusos a la Unión Europea.

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Sin embargo, la idea de que Putin es una reencarnación de Adolf Hitler no es más que un reflejo de la propaganda de Putin de que Rusia está luchando contra los nazis en Ucrania. Esta guerra, aunque bastante horrible, no es la Segunda Guerra Mundial. Y la exigencia de los Aliados en 1945 de una rendición incondicional de Alemania y Japón no es el modelo adecuado para aplicar en Ucrania.

Incluso entonces, esta exigencia fue impugnada por algunos. Los británicos y algunos estadounidenses querían conceder a los japoneses ciertas condiciones, como la de conservar a su emperador, algo que podría haber terminado la guerra antes y haber salvado incontables vidas. Los halcones en este asunto eran a menudo demócratas que creían que sólo una rendición total de Japón permitiría a los Aliados instalar una democracia en Tokio.

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El hecho de que este proceso tuviera lugar, y que Japón, al igual que Alemania Occidental, se convirtiera en una democracia y en un aliado incondicional de Estados Unidos, reforzó la convicción de algunos estadounidenses, muchos años después, de que se podría conseguir lo mismo en Afganistán, Irak y, quizás, ahora en Rusia.

Pero las condiciones actuales no son ni de cerca las mismas. En 1945, las fuerzas aliadas estaban a punto de derrotar a unos enemigos totalmente devastados. Por muy ineptas que parezcan sus fuerzas armadas, Rusia está lejos de estar devastada. Y Ucrania, por muy valientes que sean sus soldados y por muy eficaces que sean sus armas occidentales, está lejos de estar en una posición dominante. Ninguna de las partes está en posición de exigir una rendición incondicional del otro.

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La idea de que una derrota del ejército ruso en Ucrania daría lugar a una transformación democrática en Rusia es igual de descabellada. Nada es imposible, por supuesto. Pero las circunstancias en la Rusia de Putin no se parecen ni un poco a las de Alemania y Japón después de su colapso. Ambos países fueron ocupados en 1945 por los Aliados, que ayudaron a los alemanes y a los japoneses a restaurar las instituciones democráticas que habían existido anteriormente. (Esto no fue cierto, por supuesto, en las zonas ocupadas por el Ejército Rojo soviético). No hay ninguna posibilidad de que Rusia sea ocupada. Y es poco probable que una Rusia humillada se vuelva liberal muy pronto.

La exigencia de Ucrania de que Rusia retire todas sus tropas del territorio del país es una posición totalmente legítima. Pero es una posición, no un ultimátum. Los compromisos pueden y deben alcanzarse una vez que comiencen las negociaciones.

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Esto podría significar que Ucrania acepte no convertirse en miembro de la OTAN. O que Rusia conserve cierto control sobre el Donbás o Crimea. Como ha señalado el periodista e historiador británico Neal Ascherson, la integridad territorial y la soberanía nacional no deben confundirse. Muchos países han perdido territorio tras guerras sin perder su independencia nacional.

Los compromisos pueden ser riesgosos, sin duda. Zelenskiy sería vulnerable a los ataques nacionalistas dentro de Ucrania si entregara parte del territorio. Pero depende de él y su gobierno decidir qué riesgos vale la pena correr para poner fin a una guerra que está arruinando a su país. Argumentar desde el margen que no se aceptan concesiones y que cualquier cosa que no sea derribar a Putin sería una derrota para la democracia no ayuda. Ucrania no es un peón en una guerra global entre el bien y el mal.

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Ayudar a Ucrania a defenderse de una invasión brutal es esencial. Dar a los ucranianos los medios para hacerlo es una empresa válida. Deben estar en la posición más fuerte posible para negociar. Pero no nos corresponde a nosotros, fuera de Ucrania, decirles cómo debe ser su juego final.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha