Baterías Megapack de Tesla en el sistema de almacenamiento de energía de la batería Elkhorn, junto a la central eléctrica de gas natural de Vistra Moss Landing, en Moss Landing, California, Estados Unidos, el lunes 17 de enero de 2022.
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Bloomberg Opinión — El mundo se enfrenta a una crisis energética y a una climática de manera simultánea. Resolver la primera podría implicar deshacer todo el progreso realizado hacia una energía más verde y un aire más limpio. Pero no tiene por qué ser así.

La euforia por los autos eléctricos (y las baterías que los hacen funcionar) ha ocultado una necesidad más inmediata y clara: las baterías para el funcionamiento de los hogares y las empresas, mientras los países de todo el mundo se enfrentan a las repercusiones de una crisis energética que no se detiene. A pesar del agravamiento de la situación energética y del aumento de los precios de la electricidad, las tecnologías existentes no se ponen en práctica. En su lugar, todo el mundo se limita a pensar en el creciente costo de la generación, paralizado por la idea de que las facturas aumenten y los apagones sean más frecuentes.

Hay una solución sencilla: Almacenar la energía y utilizarla cuando sea necesario. A medida que el mercado de las baterías para vehículos eléctricos se expande y evoluciona, los grandes paquetes de energía a escala industrial (sistemas de almacenamiento de energía, o ESS) se están pasando por alto como solución potencial a esta crisis energética. Se espera que el mercado de las baterías crezca hasta los US$500.000 millones en las próximas dos décadas, mientras que el de los sistemas de almacenamiento de energía no pasará de los US$100.000 millones, según las estimaciones de Morgan Stanley. Esto último es lo que necesitamos con mayor urgencia.

No cabe duda de que el entusiasmo por los vehículos eléctricos ha impulsado el desarrollo de la tecnología de las baterías en general y, por tanto, también ha ayudado al sistema de almacenamiento de energía (ESS por su sigla en ingles) sin embargo, no ha sido impulsado por la preocupación activa por nuestras necesidades energéticas.

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El ESS suele ser grandes paquetes de energía estacionarios que pueden almacenar el exceso de energía de las redes y otras fuentes para su uso posterior, o cuando la demanda alcanza su punto máximo. A medida que aumenta la contribución de las energías renovables al suministro eléctrico en todo el mundo, la capacidad de almacenarla y utilizarla cuando las personas o las empresas la necesiten será más importante.

Lo que se subestima de estos sistemas es que se benefician de todos los desarrollos de las baterías de los vehículos eléctricos, como una mayor densidad energética y seguridad, pero no tienen los mismos problemas o limitaciones. Un problema importante es el tamaño, por ejemplo. Las baterías de los autos eléctricos tienen que ser pequeñas, de alta energía y seguras. Ha sido difícil conseguir los tres factores al mismo tiempo. Pero en el caso del ESS, el tamaño no es un problema, ya que no necesitan estar alojados en un vehículo en movimiento. Eso reduce una variable.

Además, los factores que preocupan a los compradores de vehículos eléctricos sobre las baterías más pequeñas son diferentes: La densidad de energía no importa tanto, ni la distancia que deben recorrer los vehículos, ni la autonomía. Eso es clave: esta cuestión ha llevado a los fabricantes a impulsar otras formulaciones que son caras y difíciles de implantar comercialmente. Lo que importa son los ciclos de carga, la duración de la batería y la frecuencia.

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Las opciones viables, como las baterías de fosfato de hierro y litio, están subvaloradas. Los ciclos de vida y otras métricas para el uso de baterías estacionarias están mejorando. La mayoría de los materiales utilizados en este tipo son abundantes, aunque los precios han subido en los últimos meses. Pueden funcionar durante varios miles de ciclos de carga y descarga.

Todo esto significa que las tecnologías existentes han llegado lo suficientemente lejos como para que los ESS sean una realidad, incluso durante unas horas al día. Varios fabricantes ya se han dado cuenta de la inminente necesidad de estos sistemas, invirtiendo miles de millones en la construcción de estos sistemas de almacenamiento de energía.

La mayor empresa de baterías del mundo, la china Contemporary Amperex Technology Co. (300750). Ha vendido estos productos en seis proyectos en Texas a un productor de energía independiente.

El problema que se plantea es el de los costos iniciales. Los analistas suelen hablar de la inviabilidad de estos sistemas, pero en realidad hay demasiadas incógnitas para hacer estimaciones precisas sobre el costo de los proyectos de almacenamiento de energía a escala industrial. Los gastos de funcionamiento dependerán de mejoras como la calidad de los productos y el ciclo de vida de las baterías, y ambos han avanzado mucho. En resumidas cuentas, el statu quo no es sostenible: ya se está resquebrajando y es hora de buscar soluciones.

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Pero, ¿están los gobiernos y las empresas dispuestos a poner en práctica el ESS y a impulsar su adopción? Lo más inteligente sería ofrecer incentivos, recortes fiscales o programas de concienciación de los consumidores para impulsar las cosas. En última instancia, hay que reducir los costos iniciales y eso requiere hablar de algo menos emocionante que los autos eléctricos.

China, por ejemplo, ha desplegado ampliamente la química LFP. Como parte de sus objetivos de disponer de 30 gigavatios de sistemas de almacenamiento de energía en los próximos tres años, tiene previsto reducir los costes para ayudar a las empresas a adoptar y desplegar estos sistemas. En particular, garantizará la seguridad energética para mantener el peso de su cadena de suministro mundial. Esto no ha sido una consideración para muchos otros.

Un reciente estudio del MIT sobre el almacenamiento de energía señalaba que el actual enfoque político en los objetivos de descarbonización a corto plazo ha fomentado la atención pública y privada hacia “tecnologías relativamente maduras”. Eso significa que los mercados y el dinero no han presionado lo suficiente sobre los nuevos usos del almacenamiento y la utilización más eficaz de la energía, ya que siguen volando bajo el radar, apartados de la política principal.

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Hasta que no se centren en el futuro, deberíamos empezar a preocuparnos más por los apagones y la escasez de energía ya que el cambio climático y las condiciones meteorológicas extremas se combinan para poner en peligro el suministro de energía.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha