Bloomberg Opinión
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Bloomberg Opinión — Los estragos bancarios de las últimas semanas han centrado la atención en los reguladores: ¿Qué deben aprender y qué deben hacer al respecto?

Yo veo cinco lecciones y cinco recetas.

En primer lugar, la banca se basa en la confianza. Para los depositantes no asegurados, huir a la primera señal de problemas es una respuesta perfectamente racional. El costo de hacerlo es a menudo insignificante, mientras que las consecuencias de demorarse pueden ser enormes, porque ningún banco puede pagar a todos a la vez. Esto significa que los bancos son estables sólo hasta que se cuestiona su viabilidad, como demostró la desaparición del Silicon Valley Bank.

En segundo lugar, la importancia sistémica no es sólo una cuestión de tamaño. Incluso un banco pequeño puede causar grandes problemas si otros bancos se le parecen. Cuando Silicon Valley Bank entró en dificultades, el pánico se extendió inmediatamente a instituciones con perfiles similares, en términos de prevalencia de depósitos no asegurados o pérdidas no realizadas en carteras de préstamos y valores.

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En tercer lugar, el pánico es difícil de detener una vez que comienza. Cuando la incertidumbre y el riesgo aumentan, la gente suele actuar basándose en lo que espera que hagan los demás, más que en sus evaluaciones del valor fundamental. Una vez que esa dinámica se afianza, revertirla requiere una fuerza abrumadora.

En cuarto lugar, las perspectivas de un banco dependen de algo más que de la calidad crediticia de sus activos. El riesgo de las tasas de interés y la composición de activos y pasivos también son importantes. El Silicon Valley Bank quebró no sólo porque tenía pérdidas a precios de mercado en bonos a largo plazo que, por lo demás, eran seguros, sino también porque sus depositantes se concentraban sobre todo en startups en una estrecha red y, por tanto, era más probable que huyeran en masa.

En quinto lugar, los incentivos importan. Cuando la remuneración de los ejecutivos bancarios está vinculada a los beneficios y a las acciones del banco, estarán motivados para asumir más riesgos. Silicon Valley Bank no necesitaba realmente invertir en bonos del Tesoro a largo plazo para tener un negocio viable. Lo que buscaba era rendimiento, aumentar los beneficios y el precio de las acciones.

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¿Qué hacer?

En primer lugar, abordar la cuestión de los depositantes no asegurados. Olvidar la idea de que pueden vigilar a los bancos y aportar disciplina de mercado. En la práctica, sólo lo hacen de forma binaria: nada en absoluto, o de repente y por completo. Asegurarlos a posteriori, caso por caso, como ocurrió con Silicon Valley Bank, es injusto, discriminatorio y no evitará futuros colapsos. Asegurarlos con antelación permitiría a los bancos asumir mayores riesgos a mayor escala, lo que exigiría una regulación draconiana. El equilibrio adecuado podría ser más selectivo y centrarse, por ejemplo, en los bancos que diversifican adecuadamente los riesgos y se mantienen dentro de unos límites de crecimiento razonables.

En segundo lugar, restaurar la supervisión del riesgo sistémico de los bancos medianos. Ya en 2018 el Congreso elevó el umbral de activos para una regulación más estricta del capital y la liquidez, de US$50.000 a US$250.000 millones. Esto debería revertirse. Salvo eso, la Fed tiene la potestad de ampliar el régimen reforzado, que incluye pruebas de estrés periódicas, hasta los bancos con más de US$100.000 millones de dólares en activos. Debería hacerlo.

En tercer lugar, evitar los pánicos haciendo que las facilidades de prestamista de última instancia del banco central estén siempre disponibles y sean de fácil acceso. Unas facilidades permanentes que no estén estigmatizadas ayudarían. Se puede imaginar un régimen en el que los bancos compraran un seguro de liquidez a la Reserva Federal. Esto mitigaría las preocupaciones sobre el riesgo moral, ya que el banco central recibiría una compensación por adelantado en lugar de proporcionar algo a posteriori de forma gratuita. Además, un respaldo creíble reduciría los incentivos de los depositantes a huir a la primera señal de problemas.

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En cuarto lugar, prestar más atención al riesgo de tasas de interés y al desajuste fundamental entre los activos a largo plazo y los pasivos a corto plazo de los bancos. Evaluar la volatilidad de los depósitos será complicado, pero sin duda deberían evaluarse de forma diferente si superan con creces las necesidades empresariales típicas de los clientes. Más allá de eso, el análisis debe ser holístico: La subida de llas tasas de interés puede acarrear pérdidas de valoración a precios de mercado de los bonos a largo plazo, pero también puede impulsar los márgenes de interés neto de los bancos y el valor de sus depósitos minoristas (Silicon Valley Bank es una notable excepción).

Por último, ajustar los incentivos. Si, por ejemplo, la remuneración de los ejecutivos bancarios se desplazara desde el efectivo y las acciones hacia la deuda subordinada que tienen que mantener durante varios años, estarían menos inclinados a asumir los tipos de riesgos que podrían llevar a la quiebra y a la cancelación de esa deuda subordinada. El CEO del Silicon Valley Bank podría no haber asumido un riesgo añadido de tasas de interés para aumentar la rentabilidad de los accionistas si su remuneración dependiera más del resultado.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de bloomberg lp y sus propietarios.