Bloomberg Línea — Los 6,7 millones de migrantes venezolanos que fueron acogidos por Latinoamérica y el Caribe en los últimos años aportan más de US$10.600 millones anuales en consumo a las economías de la región, de acuerdo con un informe publicado este jueves por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El reporte plantea que la migración venezolana evolucionó de un fenómeno de crisis humanitaria a un proceso de integración a largo plazo, es decir, la diáspora dejó de ser receptora de servicios en los países de acogida y se convirtió en un agente económico de doble impacto: actúa como unidad de consumo, pero además como proveedora de recursos.
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“El consumo de bienes y servicios por parte de la población migrante tiene un efecto directo en las finanzas públicas”, dice la OIM. “Este gasto se traduce en un aporte tributario a través de impuestos indirectos, como el IVA”.
En Colombia, el país con mayor número de migrantes venezolanos, la inyección financiera aportada por ellos es de US$3.000 millones, equivalente a la mitad de los ingresos anuales de uno de los conglomerados empresariales más importantes en el país, Grupo Argos.
La diáspora mueve US$2.404 millones en consumo en Perú y US$2.402 millones en Chile, los países que completan el top tres.
El dato no es menor partiendo de que el presidente electo de Chile, José Antonio Kast, prometió expulsar a más de 300.000 migrantes irregulares, en su mayoría venezolanos, tan pronto como se posesione en el cargo.
Panamá (US$1.232 millones), Ecuador (US$876 millones), República Dominicana (US$322 millones) y Costa Rica (US$262 millones) también han visto dinamizadas sus economías por cuenta del consumo de la diáspora.

“El análisis del consumo revela que la prioridad económica de los hogares migrantes se centra en garantizar la satisfacción de necesidades básicas, especialmente en vivienda y alimentos”, dice la OIM.
Una particularidad es que en Ecuador, Aruba y Chile el gasto en vivienda es mayor que en el resto de los países, mientras que en Perú y República Dominicana el consumo es superior en la categoría de alimentos.
Entretanto, en Panamá y Costa Rica impera el gasto en educación y salud. Y algo llamativo de Aruba y Colombia es que tienen el consumo más alto en turismo.
La OIM explica que si bien el envío de remesas es importante para el sustento de las familias en Venezuela, la población migrante en Latinoamérica envía un porcentaje bajo de sus ingresos a sus países de origen y prioriza la cobertura de sus gastos.
“El flujo de salida de divisas generado por las remesas resulta limitado y es significativamente menor en comparación con el volumen total de consumo y la contribución fiscal generada por la población migrante”, dice la organización. “La presencia de la diáspora se consolida como un factor de dinamización económica que supera con creces el impacto de las remesas como salida de capital”.
Promover la integración laboral, un pendiente
Para que la migración venezolana “desbloquee su plena contribución” al desarrollo económico de la región es necesario que los países de acogida promuevan políticas que faciliten su integración al mercado laboral y reconozcan su aporte potencial, dice la OIM.
Hoy, por ejemplo, el 70% de los ciudadanos venezolanos en América Latina y el Caribe cuentan con un estatus migratorio regular, lo que les ha facilitado conseguir empleos. Sin embargo, no todos ejercen su profesión, y trabajan en sectores de baja calificación. Al fenómeno se le conoce como “degradación de habilidades”.
En Perú, solo el 9,5% de los migrantes venezolanos ejerce su profesión, y en Colombia, el 18,3%. La cifra aumenta en Ecuador (30,1%), Panamá (33,5%), República Dominicana (42,2%) y Chile (46%).
La “degradación de habilidades” en parto de la diáspora se traduce en que reciben salarios inferiores a los que podrían ganar si trabajaran en lo que estudiaron.
“En Ecuador, una mujer ecuatoriana gana en promedio US$540,23, mientras que una mujer migrante recibe un ingreso de US$467″, dice la OIM. “Esto representa una brecha de US$73 entre ellas”.
A continuación, el promedio salarial mensual de los trabajadores venezolanos formales en la región:
Trabajadores formales:
- Panamá: US$2.155
- Chile: US$958,4
- Ecuador: US$677
- República Dominicana: US$636
- Perú: US$433
- Colombia: US$427
Trabajadores informales:
- Panamá: US$729
- Chile: US$495,7
- República Dominicana: US$437
- Ecuador: US$433
- Perú: US$330
- Colombia: US$100
Promover la integración al mercado laboral y reducir la “degradación de habilidades” toma importancia toda vez, que en todos los países analizados por la OIM, la mayoría de la población migrante venezolana se encuentra en la edad de “apogeo” laboral (18-39 años).

A ello se suma que, aun cuando no ejercen su profesión y un sinnúmero de migrantes venezolanos ni siquiera hacen parte del empleo formal, la mayor parte de la diáspora desea continuar viviendo donde hoy está.
“A pesar de estas dinámicas, la mayoría de los migrantes venezolanos en países como Colombia (96%), Chile (82%), Perú (76%) y Ecuador (66%) han manifestado su intención de quedarse, especialmente aquellas personas empleadas”, dice la OIM. “Estos datos subrayan la necesidad de seguir elaborando y priorizando políticas de integración que promuevan la inclusión económica y social de los migrantes en las comunidades receptoras”.
Algo para destacar de la migración venezolana es que, para cubrir los vacíos laborales, están emprendiendo, y su impacto en la economía de los países de acogida también es cuantificable.
Solo en Panamá, los negocios de ciudadanos venezolanos han generado 40.000 puestos de trabajo en los últimos 10 años gracias a esta inversión.
“Además, la inversión de origen venezolano atrajo US$550 millones en República Dominicana y US$1.100 millones en el sector de hotelería y turismo en Aruba”, dice la OIM.
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