Latinoamérica se estanca en la trampa de la desigualdad: estos países la sufren más

En los últimos diez años, la desigualdad de ingresos de la región es persistentemente más alta que la de los países de la OCDE.

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Un vendedor cuenta billetes de pesos colombianos en un mercado de Cali, Colombia.
26 de noviembre, 2025 | 11:00 AM

Bloomberg Línea — La alta desigualdad que enfrenta Latinoamérica y el Caribe es considerada una de las mayores trampas que limitan la mejora del bienestar de su población, de acuerdo con un nuevo informe de la Cepal.

Este desafío se profundiza ante una combinación de baja capacidad para crecer de las economías y una baja movilidad social y débil cohesión social.

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“Los elevados niveles de desigualdad de ingresos de América Latina y el Caribe son un obstáculo para el progreso hacia el desarrollo social inclusivo y contribuyen a la crisis de desarrollo que atraviesa la región”, dice el informe Panorama Social de América Latina y el Caribe 2025.

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En los últimos diez años, la desigualdad de ingresos de la región es persistentemente más alta que la de los países de la OCDE.

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En este sentido, la Cepal “considera que la desigualdad extrema de la región es inaceptable desde la perspectiva de derechos y justicia social, además de ser ineficiente desde el punto de vista del crecimiento económico”.

En octubre pasado, la Cepal ajustó al alza proyecciones de crecimiento para la región, desde el 2,2% proyectado en agosto al 2,4% del nuevo informe.

Para el próximo año aún espera que la economía regional se expanda un 2,3%.

Según la Cepal, de concretarse esta estimación, serían cuatro años en que la región crecería a tasas de alrededor de 2,3%.

De esta forma, el promedio del crecimiento del PIB regional para el período 2017 – 2026 sería de 1,6%.

Ver más: América Latina acumula 30 años como la región más desigual del mundo en ingresos: Cepal

Niveles de desigualdad en la región

Un comprador paga por productos en un mercado de alimentos en Bogotá, Colombia, el jueves 30 de marzo de 2023.

Según las encuestas de hogares citadas por la Cepal, el 10% más rico de la región concentra alrededor de un tercio de todos los ingresos.

En la otra cara, el 10% más pobre recibe menos del 2%, “lo que conforma un patrón de concentración extrema que apunta a la necesidad de políticas integrales para reducir las profundas desigualdades estructurales persistentes”.

El reporte da cuenta de que la participación del decil más rico presenta el valor más alto en Colombia, con un 44% del ingreso total, seguida de Brasil y Panamá, ambos con un 39%.

“En el otro extremo, la participación relativa de este grupo alcanza los niveles más bajos en la Argentina, El Salvador, la República Dominicana y el Uruguay, aunque en ninguno de estos países desciende del 30%”, detalla.

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El índice de Gini de América Latina y el Caribe, considerado el indicador de desigualdad de ingresos más utilizado, es uno de los más altos de todas las regiones del mundo, siendo inferior solo al de África Subsahariana.

Y supera en 14 puntos porcentuales al de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), dice la Cepal.

El año pasado el índice alcanzó un valor de 0,452 (promedio simple de 12 países), con un leve mejora que, según la Cepal, “aún no implica transformaciones estructurales”.

El índice de Gini mide la desigualdad del ingreso en una escala de de 0 (igualdad total) a 1 (desigualdad extrema).

Entre más alto el número, más desigual es un país, según esa metodología.

De acuerdo a las cifras recogidas por la Cepal en 12 países, este valor fue más alto en 2024 en Colombia (0,559), seguido por Panamá (0,506) y Brasil (0,504).

Más abajo figuran Costa Rica (0,470), Paraguay (0,461), Honduras (0,457), Ecuador (0,442), México (0,432) y Perú (0,413).

Los niveles más bajos están en Uruguay (0,398), República Dominicana (0,395), y Argentina (0,386).

El desafío de erradicar la pobreza

Contrastes urbanos de los edificios de Río de Janeiro, barrios pobres y condos

Para la Cepal, “la política pública todavía dispone de un amplio margen para asumir un papel más determinante en la reducción de la desigualdad”.

La persistente desigualdad regional se suma al desafío de erradicar la pobreza, considerada la manifestación más extrema de este flagelo.

En 2024, el 25,5% de la población de la región vivía en pobreza (unas 162 millones de personas), una caída de 2,2 puntos frente a 2023 y de más de 7 puntos respecto a 2020, alcanzando el nivel más bajo desde que hay datos comparables.

La pobreza extrema fue del 9,8%, solo 0,8 puntos menos que en 2023.

Aun así, sigue siendo 2,1 puntos mayor que en 2014, el mínimo de las últimas tres décadas.

De otra parte, se ha registrado un descenso de la pobreza multidimensional, que pasó del 34,4% de la población de América Latina en 2014 a 20,9% en 2024, principalmente gracias a los avances en materia de vivienda y servicios.

Para 2025, la Cepal proyecta una leve reducción de la pobreza debido a las limitadas perspectivas de crecimiento regional.

Según los analistas de Cepal, existe una conexión entre las debilidades de los sistemas educativos y la desigualdad.

Estas diferencias en formación se traducen en oportunidades desiguales para acceder a empleos de calidad.

Entre tanto, el bajo crecimiento económico, la poca creación de trabajos formales y la fuerte heterogeneidad productiva de la región mantienen mercados laborales divididos y muy informales.

Todo esto reduce el impacto que la educación podría tener para mejorar las condiciones de vida y disminuir la desigualdad.

La alta informalidad afecta al 47% de los ocupados de la región.

Es así que la formalización podría reducir tanto la pobreza entre los ocupados (del 14,9% al 8,6%) como la desigualdad (del 0,472 al 0,406 en el coeficiente de Gini de los ingresos laborales).

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