Bloomberg Opinión — Esta nueva medida va con doble etiqueta: unos la perciben como un giro hawkish (partidario de política monetaria restrictiva; que sube tasas para disminuir el consumo y bajar la inflación) de la Fed, y otros como un gran reinicio. En tan solo una reunión, el comité de política de la Reserva Federal dejó abruptamente su caracterización de la inflación como “transitoria” para pasar a catalogarla como el “enemigo n° 1″ de la recuperación económica. Este cambio, aunque aparentemente abrupto y drástico, es muy necesario y muy bienvenido. Esa es la buena noticia. Lo que no es tan bueno es que no es lo suficientemente audaz, al menos por el momento, y en particular porque llega muy tarde.
Ante una inflación que demuestra ser mucho más alta y persistente que los pronósticos repetidamente revisados al alza del banco central, el presidente de la institución, Jerome Powell, anunció el miércoles un ritmo más rápido en la reducción de sus compras mensuales de activos (el famoso proceso conocido como tapering). La Fed señaló igualmente la probabilidad de un ciclo inicial de alzas de tasas más agresivo, y también que se ha logrado un “progreso significativo” en el “empleo máximo”, el otro componente de su mandato.
La respuesta inmediata de los mercados fue aparentemente curiosa, especialmente para aquellos que percibían un tono más hawkish con el giro de la Fed que las expectativas del consenso. Hubo una flexibilización de las condiciones financieras en lugar de un endurecimiento. El notorio aumento de las acciones llegó de la mano de una cierta reducción en los rendimientos de los valores gubernamentales, un hecho que llevó a un reportero reconocido a argumentar que los mercados no habían interiorizado correctamente el mensaje de la Fed.
Es posible que los mercados no hayan entendido totalmente la política declarada de la Fed. De hecho, esa es una mejor explicación que la narrativa de que los mercados están descontando los efectos de una perspectiva de crecimiento que empeora a nivel mundial debido a la rápida propagación de la variante ómicron, que está induciendo a más Gobiernos a endurecer las restricciones por temas de salud. Eso sería coherente con lo que sucedió con los rendimientos del Gobierno después del anuncio de la política, pero iría en contra del movimiento global alcista de las acciones que va en paralelo.
Mi opinión es que las reacciones de los mercados parecen mucho menos curiosas si uno analiza en donde debería estar la Fed, y no de dónde viene. De hecho, basta con comparar esas reacciones con lo que pasó el jueves después de la decisión del Banco de Inglaterra, que se considera lidera entre sus pares en la comprensión de la dinámica de la inflación y sus implicaciones políticas, de elevar las tasas de interés en 15 puntos básicos al 0,25%. Los rendimientos de los bonos del Reino Unido a 10 años subieron mientras que las acciones redujeron sus ganancias.
La caracterización que hizo Powell el miércoles de la inflación y el empleo no coincide con el hecho de mantener un enfoque de política que sigue siendo increíblemente expansivo. Además, señaló en su conferencia de prensa que las medidas de política monetaria de la Fed están influenciadas por su sensibilidad a la volatilidad financiera, lo que inadvertidamente refuerza la opinión en los mercados de que, si las cosas se complican, la Fed no tendrá más remedio que retener alguna forma de la política monetaria que ha resultado ser tan rentable para los inversionistas.
Con su gran y continua aversión a la volatilidad del mercado, la Fed corre el riesgo de hacer que la transición de políticas sea aún más desafiante, principalmente de dos maneras. También corre el riesgo de afectar indebidamente los sustentos. De hecho, lamentablemente, este podría seguir siendo el estándar.
Primero, el conjunto inicial de anuncios y señales de política monetaria no es lo suficientemente sólido como para detener el cambio en la dinámica de la inflación. La inflación ahora se ve estimulada no solo por los cuellos de botella en la oferta, en particular las interrupciones en la cadena de suministro y la escasez de mano de obra, sino también por los comportamientos cambiantes de los hogares y las empresas. Eso hace que sus impulsores sean más amplios y duraderos.
En segundo lugar, la medida del miércoles no es lo suficientemente audaz, y ayuda a que los precios de los activos se desacoplen aún más de los fundamentos subyacentes cuando las perspectivas de crecimiento global se vuelven más inciertas. Solo pensemos en lo que sucedería si la creciente posibilidad de estanflación, que sigue siendo un riesgo de cola y no el estándar, fuera descontada por los mercados en lugar de ser marginada por el continuo apoyo y captura de la Fed.
El mensaje clave para la Fed es claro. Si bien es muy bienvenido, el giro de la política es solo el comienzo y deberá reforzarse en las próximas semanas. De hecho, no me sorprendería que, al observar la reacción de los mercados, algunos funcionarios de la Fed se arrepientan de no haber ido más allá esta semana, especialmente si consideran lo que hizo el Banco de Inglaterra a pesar de que el Reino Unido enfrenta una perspectiva de crecimiento más incierta.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.
©2021 Bloomberg L.P.