Londres, Royal Exchange
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Bloomberg — Párese en los escalones de The Royal Exchange, en el corazón de la City de Londres, y podrá imaginarse la agitación de la gente hace 200 años o más cuando la zona se estaba convirtiendo en el centro financiero más importante del mundo. Corredores de bolsa, comerciantes y operadores financieros fluían entre sus grandes columnas de piedra caliza con el Banco de Inglaterra a un lado y rodeados por oficinas de banqueros o casas comerciales y callejones hacia las siempre concurridas cafeterías.¹

El Exchange era el lugar donde se realizaban las transacciones, pero las cafeterías desempeñaban un papel igualmente importante en la vida de los mercados como centros de información. La gente pasaba el rato allí para refrescarse y chismear, pero también tener todos los detalles de ofertas y demandas. “Los hombres del café competían entre sí para mantener la oferta de una amplia variedad de periódicos, hojas informativas, diarios y boletines nacionales y extranjeros, formularios de entrada de aduanas, avisos de subastas, listas de precios actualizados, etc.”, según “City of London: The History” (Ciudad de Londres: La Historia)de David Kynaston.²

Hoy, el futuro de Londres como centro financiero mundial está bajo amenaza. En el discurso popular, eso se debe en gran parte a la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y las luchas en curso por el comercio y las regulaciones. Pero el Brexit es apenas la mitad de la historia y Nueva York enfrenta amenazas similares. Mientras JPMorgan Chase & Co. está ampliando su oficina de París, Goldman Sachs Group Inc. está haciendo lo mismo en Miami y ha estado buscando espacio en Dallas.

Lo que vincula estos movimientos es la forma en que la tecnología y las regulaciones han cambiado drásticamente el flujo de información en las últimas dos décadas. La pandemia de Covid-19 mostró cuán poco importa ahora la ubicación para muchos trabajos y negocios en finanzas y les dio a los ejecutivos la confianza de que más operaciones podrían administrarse de forma remota.

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Los veteranos apenas reconocen el mundo de hoy.

Hasta hace relativamente poco tiempo, las voces humanas seguían siendo el vehículo principal para las transacciones en los pisos de negociación y las charlas estaban llenas de información de mercado. Los operadores escuchaban las conversaciones y hablaban entre ellos y con los clientes para absorber el color del mercado: esa sensación de si los inversores tenían confianza o miedo, quién poseía qué y quién estaba interesado en vender o comprar. Fuera de la oficina, podrían ganarse ofertas, propinas y un trato preferencial en restaurantes y bares de una manera que ahora es mucho más difícil de implementar.

La información en todas estas conversaciones se ha vuelto cada vez más estrictamente regulada o automatizada en el siglo XXI, especialmente desde la crisis financiera de 2008. Escándalos de operaciones con información privilegiada en torno a adquisiciones, comercio de divisas y la manipulación de la tasa de interés interbancaria, conocida como Libor, han revolucionado el comercio y la comunicación en los bancos.

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Las llamadas telefónicas, los mensajes instantáneos y los correos electrónicos quedan registrados para la posteridad. Las comunicaciones personales están cada vez más controladas: Credit Suisse Group AG busca acceso a los dispositivos personales de los empleados , mientras que JPMorgan acaba de recibir una multa de US$200 millones por no grabar los mensajes de WhatsApp de todos. El cumplimiento es fundamental como elemento disuasorio y como registro de cómo y por qué se hizo todo.

Pero no se trata solo de escándalos, también se trata de las reglas diseñadas para garantizar que los inversores obtengan buenos precios y que las regulaciones para el monitoreo de riesgos en todo el mercado sean más sencillas de implementar. El efecto ha sido impulsar más el comercio a plataformas electrónicas incluso en los valores menos líquidos, como los bonos basura corporativos.

Este avance de la electrónica ha permitido a los bancos gestionar sus propios balances de manera más eficiente. La mayoría de los grandes bancos de inversión han estado construyendo funciones centrales de riesgo con algoritmos y sistemas de datos que generan recuentos rápidos de sus inventarios de acciones o bonos, lo que pueden obtener de sus clientes en un momento dado y lo que los clientes están interesados en comprar: en otras palabras, una versión más inteligente del antiguo y ruidoso mercado de operaciones.

La velocidad y la mitigación de riesgos lo son todo para los bancos en el mundo posterior a 2008, de alta transparencia y bajos rendimientos. Los bancos de inversión se están volviendo más parecidos a una máquina y mucho menos dependientes del capital humano, como dijo Kian Abouhossein, analista de JPMorgan, a principios de este año.

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Del mismo modo, Mike Mayo, analista de Wells Fargo & Co., ha predicho que los bancos estadounidenses podrían eliminar entre 100.000 y 200.000 puestos de trabajo durante la próxima década, ya que la tecnología digital ayuda a que la eficiencia, la velocidad y la facilidad de uso sean las principales fuentes de ventaja competitiva.

Las transacciones más complejas, como la compra y venta de negocios completos, probablemente siempre necesitarán una negociación cara a cara, pero la pandemia de Covid-19 mostró cuánto se puede hacer por video.

Bancos como JPMorgan y Goldman todavía quieren que el personal vuelva a la oficina, pero esa oficina no necesita estar en Nueva York o Londres para que todos sepan lo que está sucediendo. Sospecho que el deseo de recuperar a la gente tiene más que ver con la motivación, la supervisión y el control.

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Para los líderes de equipo, también hay conocimientos humanos que solo se pueden obtener en la oficina. Un jefe de operaciones de crédito con el que hablé durante el verano dijo que lo que les resultaba más difícil de juzgar sobre las llamadas de zoom eran los estados emocionales de los operadores, ya fuera que estuvieran demasiado confiados o temerosos.

Pero un equipo y su líder podrían estar tan fácilmente en Dublín o Frankfurt, Palm Beach o Austin, como en Nueva York y Londres. Las ciudades europeas tienen cierto impulso regulatorio desde el Brexit, pero esos no son sus únicos atractivos. Milán tiene grandes incentivos fiscales al igual que Florida y Texas.

También puede haber beneficios en el estilo de vida: viviendas más baratas, zonas rurales más accesibles, tal vez, mejores escuelas. Y esas comodidades parecen más importantes para una generación de trabajadores financieros más jóvenes, cuyos trabajos a menudo implican menos riesgo y espíritu emprendedor que en el pasado. Son de pesado cumplimiento y menos excitantes.

El dinero sigue siendo bueno, pero trabajar en tecnología podría ser más interesante, el capital privado podría estar mejor pagado y los negocios secundarios podrían incluso ser viables como carreras principales. El CEO de Goldman, David Solomon, advirtió en noviembre que Nueva York necesita trabajar duro para mantenerse atractiva. Al igual que los propios bancos, los grandes centros financieros se enfrentan a una mayor competencia por los trabajadores.

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La razón principal por la que perduran los grandes centros urbanos podría ser en beneficio de los trabajadores: es más fácil cambiar de trabajo cuando las oficinas de la competencia y las personas que podrían contratarlo están cerca (aunque este proceso ahora también se está automatizando). La ventaja para un banco grande de tener un campus donde no se encuentran otros bancos es que el personal no puede abandonar el barco sin tener que mudarse de casa.

Las redes y relaciones humanas son importantes para la difusión de conocimientos y habilidades. Pero el hecho de que las personas de la Generación X y mayores siempre hayan hecho esto cara a cara no dice nada sobre si a la Generación Z le importará o lo necesitará.

El patio y los pasillos del Royal Exchange se convirtieron hace mucho tiempo en tiendas y restaurantes. En todo el mundo, los centros de negociación a cielo abierto y las bolsas de valores son en su mayoría piezas de museo. Ahora los propios bancos han comenzado a dividir sus operaciones en grupos más pequeños repartidos por países y continentes.

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La ubicación simplemente no importa para las transacciones o los flujos de información como antes. Los centros financieros están en las mentes y los teléfonos inteligentes y terminales de los participantes. Este es el verdadero desafío para Londres y Nueva York.

¹Las columnas de la actual Royal Exchange solo han estado allí desde que fue reconstruida en 1844 después de un incendio, pero las ilustraciones muestran que la entrada al edificio anterior también tenía grandes pilares antes de las puertas. Un Exchange ha estado en el sitio desde 1566. El Banco de Inglaterra, mientras tanto, ha estado en el sitio al otro lado de Threadneedle Street desde 1734.

²Kynaston cita un estudio de 1963 sobre los cafés de Londres.

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Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por: Miriam Salazar