Bloomberg Línea — El dólar va camino a finalizar 2025 con su mayor caída anual desde 2017, con una pérdida de valor que se consolidó en un contexto de creciente expectativa de recortes por parte de la Reserva Federal, un cambio en los flujos globales de capital y señales de debilitamiento estructural en el posicionamiento global del billete verde.
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El índice Bloomberg Dollar Spot acumula un retroceso de 8,16% en el inicio de la última jornada del año, la más profunda desde 2017, cuando retrocedió 8,52%. A lo largo del año, la expectativa de que la Fed iniciaría una senda de reducción de tasas fue ganando terreno, especialmente tras la moderación de la inflación en la segunda mitad de 2025.
Las cifras de empleo, junto con una lectura más baja del índice de precios al consumidor, llevaron a los mercados a anticipar un nuevo ciclo de relajación monetaria. “En los primeros ocho meses del año, el dólar registró su mayor depreciación desde 1986”, según el equipo de análisis de Davivienda Corredores. “Este comportamiento se dio como producto de una serie de factores que han disminuido el atractivo del dólar”.
Este entorno redujo los diferenciales de tasas de interés entre Estados Unidos y otras economías avanzadas, debilitando el atractivo relativo del dólar. En paralelo, se observó una intensificación de los flujos hacia monedas ligadas al carry trade, apoyadas por rendimientos reales positivos y baja volatilidad cambiaria. La tendencia de debilitamiento continuaría en 2026.
¿Por qué cayó el dólar en 2025?
Una de las causas centrales de esta depreciación fue el cambio en las expectativas de la política monetaria de la Reserva Federal. A lo largo del año los mercados ajustaron sus proyecciones, incorporando la posibilidad creciente de recortes de tasas de interés, lo que redujo el diferencial de rendimiento con respecto a otras economías desarrolladas y debilitó el atractivo de activos denominados en dólares. Esta recomposición del precio del dinero llevó a una menor demanda por la divisa en el mercado global, presionando a la baja su cotización
La política comercial adoptada por la administración de Estados Unidos también contribuyó a la pérdida de valor del dólar. La imposición de aranceles y tensiones en las relaciones comerciales con socios clave generó incertidumbre sobre las perspectivas de crecimiento económico y aumentó la percepción de riesgo entre los inversionistas. Ese entorno llevó a una reasignación de capitales hacia activos y monedas de economías con marcos comerciales percibidos como más estables o previsibles, amplificando la presión descendente sobre el billete verde.
Los analistas de Davivienda Corredores consideran que “la tendencia bajista no luce transitoria”, y la atribuye a factores como la política fiscal expansiva en Estados Unidos, el alza de aranceles promedio hasta 15%, el mayor endeudamiento público y una inflación que se mantiene cerca de 3%.
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En ese contexto, la dinámica de flujos de capital internacional reforzó esta tendencia. Inversionistas extranjeros ajustaron sus posiciones en activos estadounidenses, incrementando estrategias de cobertura para protegerse contra posibles pérdidas derivadas de la depreciación del dólar y reduciendo su exposición directa a la moneda. Esa mayor actividad de cobertura, junto con flujos crecientes hacia mercados emergentes que ofrecían mejores rendimientos reales o menores riesgos percibidos, contribuyó a sostener la caída del dólar durante el año.
Desde ING, los analistas apuntan a un cambio estructural en la dinámica del dólar tras los episodios de alta volatilidad en 2025. “El dólar termina el año con una caída de cerca del 10%, aún afectado por las pérdidas del ‘Día de la Liberación’”, señalaron los expertos. La referencia al Día de la Liberación alude al anuncio de nuevos aranceles por parte de la administración Trump a mediados de año, que alteró las expectativas de crecimiento y afectó los flujos hacia activos estadounidenses.
Factores políticos internos como la incertidumbre sobre la dirección de la política económica y financiera también jugaron un rol relevante. Episodios como la amenaza de cierres de gobierno, la percepción de menor independencia de la Reserva Federal y dudas sobre la sostenibilidad fiscal ayudaron a minar la confianza en la estabilidad del dólar como activo refugio.

Expectativas bajistas hacia 2026
Davivienda Corredores considera que “2026 podría marcar un punto de inflexión en el papel del dólar, con menos dominancia en los mercados internacionales”.
Uno de los elementos que explican esta presión estructural es la expectativa de un déficit fiscal más elevado a mediano plazo debido al paquete legislativo One Big Beautiful Bill (OBBB), aprobado en 2025. Según Davivienda, “una trayectoria de deuda al alza implica mayores necesidades de financiamiento, más emisiones de deuda y liquidez en circulación, generando menor atractivo relativo de la divisa frente a pares desarrollados”.
Las apuestas especulativas también se inclinan en esa dirección y los operadores de opciones son los más bajistas sobre el dólar en tres meses, según datos recopilados por Bloomberg. La última lectura de los compromisos de traders de la CFTC mostró que los inversionistas especulativos se posicionaron netamente en contra del dólar por primera vez desde octubre.
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Ipek Ozkardeskaya, analista de Swissquote, escribió que “las preocupaciones en torno a la disciplina fiscal y las tensiones comerciales también actúan como obstáculos” para el billete verde. En tanto, Paresh Upadhyaya, de Pioneer Investments, afirmó que “mi perspectiva para 2026 es la continuación del mercado bajista, aunque más moderado”.
Los principales bancos internacionales coinciden en que el dólar podría mantener una trayectoria descendente en 2026. Bank of America señala que “pronosticamos una depreciación del dólar a partir del segundo trimestre de 2026” y anticipa una convergencia de tasas que restaría impulso al billete verde frente a divisas del G10. Según su informe, el sesgo bajista se intensificaría si la Reserva Federal adopta una postura más dovish tras la salida de Jerome Powell, prevista para mayo.
HSBC también proyecta una continuación de esta tendencia. “Se espera un debilitamiento gradual del dólar estadounidense en medio de la desaparición del escepcionalismo estadounidense”, según el informe de perspectivas para mercados emergentes. Esta visión está acompañada de una mayor asignación a activos de economías emergentes, particularmente aquellos con fundamentos macro sólidos y exposición a commodities.

En la misma línea, UBS sostiene que “favorecemos el euro y el dólar australiano frente al dólar estadounidense, ya que los recortes de tasas en EE.UU. podrían pesar sobre el billete verde”, según su informe Year Ahead 2026.
Pese al debilitamiento reciente, las instituciones no descartan que el dólar mantenga su rol como activo refugio. Davivienda señala que “el dólar no pierde su condición de moneda de reserva”. Según su análisis, “representa cerca del 57% de las reservas globales de divisas y participa en el 54% de las transacciones comerciales”.
En ese contexto, los analistas coinciden en que eventuales episodios de volatilidad global podrían desencadenar correcciones temporales al alza del dólar. Sin embargo, el consenso apunta a que la trayectoria predominante para 2026 es la de una moneda en proceso de ajuste, impactada por fundamentos internos y externos que limitan su recuperación sostenida.













