Bloomberg — El presidente Joe Biden puede haber echado por tierra las esperanzas que quedaban de que Washington se acercara a las criptodivisas bajo su mandato.
La Casa Blanca nombró la semana pasada a Saule Omarova para dirigir la Oficina del Contralor de la Moneda (La OCC por sus siglas en inglés), lo que prácticamente confirma que los reguladores financieros de Estados Unidos no tendrán ningún aliado de las criptomonedas durante al menos los próximos tres años.
Las críticas de la profesora de derecho de la Universidad de Cornell a los tokens digitales encajan perfectamente con las declaraciones que han surgido recientemente de los organismos de control del gobierno. El presidente de la Comisión de Valores (SEC, por sus siglas en inglés), Gary Gensler, dice que el mercado está “plagado de fraudes, estafas y abusos”. Y Michael Hsu, que ha estado sustituyendo al jefe en funciones de la OCC, dijo el 21 de septiembre que las monedas virtuales podrían ser tan peligrosas como los complejos derivados que desencadenaron la crisis financiera de 2008.
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“Los reguladores han tardado varios años en despertar, pero es como una topadora”, dijo Jim Angel, profesor asociado especializado en estructura de mercados en la Universidad de Georgetown. “Es lenta, constante y aplastará todo lo que se encuentre en su camino”.
Si bien el panorama para las criptomonedas ha cambiado notablemente desde el final de la administración Trump, el retroceso ha sido particularmente agudo en la OCC, que regula los bancos nacionales, incluidos JPMorgan Chase & Co. y Citigroup Inc. Bajo el mandato de Brian Brooks, que dimitió en enero, la OCC había concedido cartas bancarias limitadas a empresas de criptomonedas, lo que suscitó la preocupación de los actores tradicionales de Wall Street de que pronto podrían enfrentarse a un nuevo grupo de competidores. Pero Hsu, antiguo funcionario de la Reserva Federal, ha levantado la alfombra de bienvenida.
Si el Senado confirma a Omarova, es probable que la OCC vaya aún más lejos en la búsqueda de una supervisión más estricta de los tokens digitales y de normas más estrictas. Eso se ajustaría a la tendencia en Washington. Gensler quiere que las criptomonedas se regulen de forma similar a los valores, y un grupo de agencias financieras está considerando la posibilidad de implantar barreras de seguridad en torno a las monedas estables como tether. La Fed está evaluando establecer su propia moneda digital, que podría competir con las stablecoins (o monedas estables) que los operadores utilizan para comprar Bitcoin y otras monedas virtuales.
La ofensiva regulatoria es mundial, ya que China anunció la semana pasada una prohibición más restrictiva de las transacciones de criptomonedas y de la minería. Karen Shaw Petrou, socia gerente de la firma de investigación de Washington Federal Financial Analytics, dijo que el panorama muestra que los actores del mercado perdieron una oportunidad de encontrar un terreno común con los reguladores, y ahora puede ser demasiado tarde.
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Las criptomonedas “creyeron convenientemente que con propuestas de inclusión e innovación a menudo dudosas se evitaría la regulación”, dijo. El sector “estaba extraordinariamente intoxicado con el factor cool”.
La mejor defensa de la industria contra Omarova pueden ser los legisladores republicanos, ya que se espera que se enfrente a una brutal batalla de confirmación en el Senado debido a las polémicas declaraciones que ha hecho sobre las finanzas. Por ejemplo, ha defendido que los depósitos bancarios de los consumidores se trasladen a la Fed desde los bancos privados.
Los abogados de las empresas de criptomonedas también argumentan que los reguladores no pueden interponerse en el camino de la innovación para siempre, calificando la actual mala racha de Washington como un bache en el camino. “No se va a negar; ni siquiera se va a retrasar significativamente”, dijo Timothy Spangler, socio de Dechert LLP.
