¿Por qué nos cuesta tanto ahorrar y qué se puede hacer para cambiarlo?

Existen por lo menos cuatro tipos de sesgos que hacen que las personas no ahorren y aplacen la meta de hacerlo. ¿En qué consisten?

Una compradora lleva bolsas de la marca Zara en el primer día de las rebajas de invierno en la avenida Champs-Elysee de París, Francia, el miércoles 11 de enero de 2023.
28 de enero, 2023 | 12:01 AM

Bogotá — Aunque la mayoría de personas son conscientes de la importancia del ahorro y de que quieren empezar a hacerlo, existen diversas barreras que les impiden comenzar que van esencialmente desde las cuestiones económicas hasta aspectos relacionados a la organización de las finanzas personales y una voluntad más decidida para llevarlo a cabo.

En los países latinoamericanos una de las principales barreras para comenzar a ahorrar es la falta de ingresos suficientes para hacerlo y las brechas que aún persisten en el acceso al sistema financiero para tener soluciones que faciliten esta labor.

En Colombia, un 80,9% de los ciudadanos consultados para la encuesta Pulso Social respondió que no tiene posibilidades de ahorrar alguna parte de sus ingresos, según informó el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) en diciembre.

A la pregunta de si consideran que sus condiciones económicas para ahorrar dentro de 12 meses serán mejores comparadas con las actuales, un 50,2% consideró que estas serán igual y un 33,3% peores.

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Al margen de los factores económicos, ¿qué pasa con las personas que con un mejor nivel de ingresos aún no han dado los primeros pasos para comenzar a ahorrar?

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“En nuestra toma de decisiones diarias, existen muchos sesgos cognitivos y atajos mentales que afectan a nuestras decisiones financieras y, por ende, a las que tienen que ver con el ahorro”, explicó a Bloomberg Línea la responsable global de la división Behavioral Economics en BBVA, Nuria Pesquera.

Explica que los sesgos cognitivos “nacen de la necesidad que tenemos las personas de emitir juicios inmediatos para responder rápidamente ante determinados estímulos o situaciones. Son imprescindibles para la supervivencia, nos permiten tomar decisiones intuitivas. Sin embargo, muchas veces nos hacen tomar decisiones poco acertadas”.

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Por su parte, “los atajos mentales nos llevan a tomar decisiones sin tener en cuenta toda la información disponible o necesaria: sin darnos cuenta tomamos una pequeña parte de la información y asumimos que sabemos todo lo necesario. De esta manera, a menudo, tomamos decisiones equivocadas, ‘lo hacemos a ojo’”, indicó.

En este sentido, se refiere a diferentes estudios que hay en torno a esta cuestión que concluyen que “no somos tan racionales como pensamos, y que cometemos constantemente errores al decidir en cuestiones tan importantes como el ahorro”.

¿Qué factores influyen entonces en la falta de ahorro?

José Luis López Amador, director ejecutivo y cofundador de la ‘app’ de finanzas Finerio Connect, dice que la barrera para el ahorro se refleja constantemente en la conciencia de gastos de las personas.

“Tenemos que priorizar, porque los recursos son limitados. Ser conscientes de los gastos que te agregan valor es superimportante y un muy buen inicio. Por ejemplo, si te gustan los restaurantes top o valoras mucho viajar entonces enfócate en apartar dinero para esas metas financieras y deja de gastar en cosas solo porque tus amigos lo han hecho así”, aseguró.

Para Nuria Pesquera las personas ahorramos menos de lo que nos gustaría por varios motivos, entre los cuales nombra un exceso de confianza sobre la capacidad que tienen las personas de alcanzar metas que los lleva a sobreestimar la probabilidad de que todo salga bien (el llamado sesgo de sobreconfianza).

De hecho, “sabemos que deberíamos ahorrar más, pero somos muy optimistas y creemos que seremos capaces de hacerlo más adelante. Sin embargo, esto no suele suceder, nunca es buen momento, lo vamos posponiendo y luego nos arrepentimos, ¡pero seguimos haciéndolo!”, reflexiona sobre este asunto.

Otro factor que incide es el llamado sesgo del presente, que lleva a las personas a buscar gratificaciones inmediatas, infravalorando los beneficios futuros, explica Pesquera.

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“Por ello es complicado poner en marcha planes de ahorro a largo plazo, un plan de jubilación, por ejemplo, porque dejar de hacer o de tener algo hoy para tenerlo en el futuro, no es grato, nos duele. Y nos cuesta tomar este tipo de decisiones que podríamos llamar ‘dolorosas’”, añade.

Por otra parte, se refirió al sesgo de la aversión a la pérdida, que lleva a las personas a dar más valor a evitar pérdidas que a tener ganancias de la misma cuantía. “Si el ahorro para la pensión lo vemos como una pérdida de estatus, es muy difícil que consigamos ahorrar”, indica al respecto.

Por último, expone el sesgo de status quo, que es la tendencia a aceptar lo que nos viene dado y a seguir con lo que siempre hemos hecho.

“Esto puede dificultar que incorporemos nuevos hábitos a nuestra vida, como puede ser el ahorro, aunque también es un sesgo que podemos utilizar en positivo”, remató.

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