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Paralelismos inflacionarios

Actualmente la estructura económica de EE.UU. se encuentra lejos de estar sujeta a las rigideces en la determinación de precios (sindicatos) que se tenían en los setenta

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Bloomberg Línea Ideas — En fechas recientes se ha abierto el debate sobre la semejanza que existe entre la dinámica de inflación que se presenta actualmente en EE.UU. — así como en una gran parte del mundo — y la que se presentó durante el periodo denominado: La Gran Inflación, que abarca desde 1965 hasta finales de la década de los setenta en ese país. Para ello, vale la pena recapitular las condiciones y eventos que fueron pieza clave para delinear aquel episodio.

Durante la presidencia de Lyndon B. Johnson (1963-1969), la economía de EE.UU. experimentó una fase de expansión económica a raíz de las políticas económicas implementadas durante su presidencia, en donde la agenda de gobierno implementó incrementos en el gasto social y reducciones en tasas impositivas a través de sus programas emblemáticos: Gran Sociedad y Guerra contra la pobreza. Así mismo, el gasto gubernamental también se incrementó debido al involucramiento de EE.UU. en la guerra de Vietnam. La combinación de estos factores hizo que el PIB tuviera un crecimiento promedio anual del 5.3% durante su periodo presidencial, esta fue la tasa promedio más alta para un mandatario de aquel país, desde la época de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de la expansión fiscal, la economía comenzó a experimentar presiones inflacionarias a partir de 1965, llevando la tasa de inflación a niveles superiores al 5 por ciento a finales de la presidencia de LBJ.

Las preocupaciones inflacionarias llegaron al escritorio del presidente Richard Nixon (1969-1974) a inicios de su mandato y con ayuda del congreso que era controlado por los demócratas, se logró aprobar el Acta de Estabilización Económica (1970) que le otorgaba al presidente la facultad de controlar precios, rentas y salarios. Un año después el presidente Nixon anunció una serie de controles de precios (excluyendo productos agrícolas) y salarios por un periodo de noventa días, el establecimiento de un arancel del 10% a las importaciones y se tomó la decisión de suspender el patrón oro (vinculado al dólar) debido a las presiones acumuladas debido al déficit en la balanza comercial. La política de control de precios tuvo efectos inmediatos en la inflación y esta comenzó a ceder. Sin embargo, dos meses después de haber implementado estas medidas (octubre 1971), el economista Milton Friedman escribió en su columna en la revista Newsweek: “El daño potencial más grave de la nueva política económica es que bajo un contexto de control de precios, las presiones inflacionarias se acumularán, los controles colapsarán, la inflación estallará nuevamente, posiblemente en 1973 y la reacción de la inflación causará una severa recesión”. A pesar de las advertencias, los controles de precios se volvieron a implementar en distintas etapas durante su presidencia, particularmente con mayor énfasis en la búsqueda de su reelección.

En octubre de 1973, se experimentó la primera crisis del petróleo debido a la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de no exportar crudo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur. Al choque petrolero, se sumó la tardía de respuesta de Arthur Burns que se desempeñaba como presidente del FED para abatir el ritmo de aceleración en la tasa de inflación. Así mismo, debido al poder sindical para la determinación de salarios, comenzó una espiral inflacionaria que exacerbó las presiones acumuladas. Esta serie de choques desestabilizó a la economía de EE.UU., que entró en un periodo de recesión (Friedman tuvo razón) acompañado de una aceleración en el ritmo de crecimiento de precios, en donde la tasa de inflación anual llegó a ser del 12.3% a finales de 2014. Posteriormente, con el objetivo de abatir la recesión, el presidente G. Ford disminuyó impuestos y logró posicionar a la economía en una fase de recuperación en 1975. En 1979, se experimentó otro choque petrolero a raíz de la revolución iraní que llevó la tasa de inflación anual a un máximo de 14.8% el año siguiente. Todos estos efectos hicieron que la inflación promedio durante la década de los 70s fuera del 7.1%.

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Actualmente la estructura económica de EE.UU. se encuentra lejos de estar sujeta a las rigideces en la determinación de precios (sindicatos) que se tenían en los setenta y como resultado de ello, es posible llevar a cabo ajustes inmediatos en asignaciones de recursos que promuevan su uso más eficiente. En el frente de política monetaria la respuesta tardía del FED, al frente de J. Powell, para contrarrestar el choque inflacionario se asemeja a aquella que tuvo Arthur Burns durante su mandato. Sin embargo, la credibilidad institucional resultado de varias décadas de un esfuerzo acumulado desde la época de Paul Volcker a finales de los setenta para abatir el ritmo de crecimiento en la inflación, ha sido una pieza fundamental para mantener el anclaje de expectativas de largo plazo. Así mismo, este elemento resulta ser el factor diferenciador más grande con el que se contaba durante la década de los 70s. Debido a ello se vuelve de suma importancia que el FED busque controlar de manera inmediata la inflación, para que la credibilidad persista como el instrumento más poderoso en el proceso de formación de expectativas de los agentes económicos.

Fuente: Taylor B. John, Schultz P. George. Choose Economic Freedom. Enduring Policy Lessons from the 1970s and 1980s. Hoover Institution Press.

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Esta columna no refleja necesariamente la opinión de los consejos editoriales de Bloomberg línea, Falic Media o Bloomberg LP y sus propietarios.

Juan A. Mendoza Perea

Economista por el ITAM y Maestro en Matemáticas Financieras por la Universidad de Chicago.