Cinco retos para que Colombia sea potencia en exportar flor seca de cannabis

Se estima que el proceso de consolidación de Colombia como destino exportador de flor seca puede tomar entre 1 a 3 años

Las plantas de cannabis crecen en un invernadero en una instalación en Canadá. Fotógrafo: Chris Roussakis/Bloomberg
19 de marzo, 2022 | 04:00 AM

Bogotá — A pesar de que Colombia abrió las puertas a la exportación de flor seca de cannabis con el Decreto 811, la industria aún percibe varios desafíos en el camino para que el país se convierta en un líder en esta materia.

Un informe de la firma canadiense del sector Avicanna Latam resumen las barreras que aún tiene el país con miras a “sentar las bases operativas y comerciales” para ser competitivo.

“Se estima que el proceso de consolidación puede tomar entre 1 a 3 años. Para esto, es necesario entender el largo plazo de la industria y evitar la generación de expectativas comerciales desmedidas”, explica.

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El primer desafío que ve es la necesidad de construir puentes comerciales con el objetivo de crear una base de compradores suficiente para darle dinamismo al sector.

Otro de los aspectos que se pide considerar son los corredores logísticos, en tanto que “es posible que haya otras naciones que realicen envíos a menores costos y en tiempos más reducidos, lo que afecta el atractivo de los productos nacionales”.

Esto implica, por ejemplo, definir aspectos como el empaquetado universal, definir un proveedor logístico confiable, un calendario de producción acorde a la demanda y un flujo de trámites legales ágil, entre otros, según indicó.

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Y a pesar de que el país ha dado grandes pasos en lo que tiene que ver con los marcos regulatorios internos, consideran que es importante tener en cuenta que no en todos los mercados importadores ese así.

Avicanna considera oportuno “que las empresas y cultivadores se adapten a la normativa particular de cada país, con el fin de hacer viable sus envíos”.

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Como cuarto punto hace un llamado a que se mantengan los estándares de calidad en lo que respecta al cultivo y procesamiento del producto, un aspecto que seguramente implicará mayores inversiones y estándares para el cultivador local.

Y por último hace referencia a prácticas de cultivo sostenibles, ya que “competir en el mercado internacional de la flor seca no solamente es un aspecto de oferta y demanda, también implica tener presente el componente de sostenibilidad”.

“Múltiples estudios y análisis han demostrado que el consumidor contemporáneo, indistintamente del bien o servicio, prefiere productos elaborados bajo prácticas amigables con el ambiente”, dice en ese sentido.

Antes de que se despejara el panorama para los usos industriales, Colombia aprobó en 2016 la ley que regula el uso y la comercialización del cannabis medicinal en el país, que en una primera instancia protegió a los pacientes que tratan sus afecciones con la planta.

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Esta es hoy una de las áreas más sólidas y de hecho Colombia espera exportar entre US$1.733 millones y US$2.599 millones en el escenario más optimista en productos de cannabis medicinal al 2030.

Según Fedesarrollo, el mercado de cannabis legal podría generar 7.772 empleos agrícolas formales para 2025 y 26.968 para 2030.

En 2019 se calculó que esa industria generaba en promedio 17,3 empleos agrícolas formales por hectárea.

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