Buenos Aires — Hoy es presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) y dentro del Frente de Todos integra las filas del massismo: forma parte del Frente Renovador de Sergio Massa desde sus orígenes.
Pero el recorrido de José Ignacio “Vasco” de Mendiguren comienza hace varias décadas. Primero como empresario, y luego como presidente de la Unión Industrial Argentina, con el primer período entre 2001-2002. Fue el primer ministro de Producción después de la crisis del 2001, durante la presidencia de Eduardo Duhalde, y también pasó por el Congreso, donde fue diputado entre 2013 y 2021.
Con esos antecedentes, y tras publicar el libro 2001-2002: La historia no contada de la gran crisis, De Mendiguren reclama que terminen las tensiones internas y se alcance un gran acuerdo sobre los ejes del crecimiento.
“Si no logran estos acuerdos corren el riesgo de que la gente caiga en la antipolítica o en el ‘que se vayan todos’. Es increíble que no vean la oportunidad que tienen”, declaró en una entrevista a Bloomberg Línea.
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La siguiente conversación fue editada por motivos de extensión y claridad.
¿Qué escenario en torno a inversiones están viendo desde el BICE?
Mejoró mucho la cobranza del Banco en el último año y se ha ido incrementando. Prácticamente el 60% de los créditos que estamos manejando son inversiones en tecnología que cambian la matriz productiva. Hay mucho interés en la pequeña y mediana empresa en lograr avances tecnológicos, incluso sectores más tradicionales. El nivel de actividad se mantiene. Hoy el problema no está tanto en la venta de las empresas sino en el abastecimiento, en la compra. Por falta de stock de los proveedores y para los que tienen insumos importados hay una incertidumbre grande: por el acceso de divisas y por el aumento en los precios.
Se da en un contexto en el cual el BCRA debe acumular reservas, y a la vez contener la inflación.
Claro. Son empresas que tenían un cupo de importación en dólares en función de lo que habían importado en 2021. El tema es que el aumento de los precios que hubo afuera, con esos mismos dólares traes un 25% menos del producto.
¿Y qué impacto local podemos imaginar?
Hay algo que predomina en el mundo y acá: la incertidumbre. Ante un escenario de esta naturaleza, el externo, pero también el interno, está para sentarse a una mesa y buscar acuerdos, más que estar a las discusiones y tensiones políticas que uno ve todos los días.
El desafío del Gobierno ya no es sólo buscar acuerdos con la oposición, sino también dentro de la propia coalición oficialista.
Internamente siempre hay tensiones. Lo que tenes que hacer es tratar de dirimirlas internamente. Porque agrega más incertidumbre a la que ya existe en el mundo y acá. Cuando tenes una inflación con estas características, en las cuales todos los países del mundo decidieron emitir pero no dejar caer las economías. Argentina hizo lo mismo: emitiste, hoy tenes más inflación pero tenes 40.000 pymes vivas. Estás saliendo de la pandemia y te agarra una guerra que pegó de lleno en los dos sectores en los cuales la inflación más impacta: canasta básica alimentaria y energía. Esta situación, por la gravedad y excepcionalidad, requiere un tratamiento especial que es a través de acuerdos. Por ejemplo, los precios del gas aumentaron a precios récord. La guerra no es un problema de Guzmán. Pero si se suben las tarifas aparecen críticas de un lado y si se aumentan los subsidios hay críticas del otro. Magia no hay, en vez de enloquecer a la gente hay que buscar acuerdos.
Por un lado se discute si las diferencias deben exponerse abiertamente. Pero también está el fondo de los cuestionamientos. ¿Cuál es su visión?
Las diferencias deben ser discutidas internamente. Hablo del oficialismo y de la oposición, hablo de la política. Crisis de este tipo se resuelven con más política, no con menos política. La política en su conjunto no estamos a la altura de esta circunstancia para lo que hoy Argentina y el mundo están viviendo. El oficialismo tiene sus problemas. ¿Y la oposición? ¿Quién es hoy el interlocutor del Gobierno? ¿Qué opinan sobre esto? Porque solo se les escucha decir que no, pero no se escuchan propuestas. La gente, con razón, se enoja con toda la política.
¿Este enojo puede decantar en una situación similar a lo que pasó en 2021? ¿Puede fortalecer a figuras como Milei?
Esa crisis fue muy grave porque se había roto todo. Se había decretado el peor default de la historia. Desde lo político había una debilidad absoluta. No es lo mismo una crisis que otra. Pero ahí fue clave que la política, el peronismo y el radicalismo, dijeron: ‘De esta salimos juntos y después cada uno seguirá su camino’. Fui ministro de Duhalde y ahí era prohibido hablar del pasado, buscar culpables, había que gobernar. Ante ese escenario de diálogo se tomaron medidas que tenían que ver con recuperar los espacios de rentabilidad en la economía productiva. ¿Cuál fue el resultado? En el mes de febrero (del 2002) dejamos de caer, en marzo pegamos la curva y el modelo duró hasta 2011. Fue el período de crecimiento más largo de la historia argentina. Por eso soy optimista en la capacidad de recuperación de la Argentina. Todos los economistas ortodoxos nos habían dado por muerto, porque no entienden de economía real y de la idiosincrasia del productor argentino.
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La salida entonces son los acuerdos.
Sí. Cuando vos te ganas la confianza, porque ven que hay un acuerdo político y porque hay negocio en producir, quedáte tranquilo porque tenes un PBI entero del ahorro argentino que es el único que te sirve genuinamente para salir de las crisis cíclicas que vivimos. Creo que hay una nueva generación de políticos, de ambos lados de la política, que empezaron a ejercer la política en democracia y que tienen futuro. Si no logran estos acuerdos sobre los ejes del crecimiento, corren el riesgo de que la gente caiga en la anti política o en el ‘que se vayan todos’. Es increíble que no vean la oportunidad que tienen.
En vísperas del número alto de inflación que se viene. Y dado que has sido titular de la UIA. ¿Cómo ves el rol de ese sector del empresariado?
La inflación es el problema más grave que tenemos por delante. No va a ser fácil bajarla. Política, oposición y oficialismo, los trabajadores y los empresarios: ninguno se puede hacer el distraído. Y a todos nos toca hacer un aporte adicional a lo que en cualquier momento se podría haber hecho. Después del gran esfuerzo que se hizo desde el Estado durante la pandemia, no se puede querer recuperar en una temporada lo que se perdió en tres. En esta crisis hay que priorizar el empleo y el poder adquisitivo. La UIA está haciendo lo que puede, sobre todo el sector alimentos, pero creo que hay que mirarnos para adentro, para ver cuánto más podemos aportar. En 2001 la situación era muy grave pero todavía había más colchón social. Hoy no sé si hay más colchón social. Hay que actuar con mucha responsabilidad.
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