Millonarias inversiones: la apuesta de los vinos bolivianos de Tarija

La región de Tarija y sus bodegas han invertido más de 25 millones de dólares para producir vinos de exportación que ganan reconocimiento internacionalmente

Viñedo en Tarija, Bolivia a 1850 metros sobre el nivel del mar.
11 de mayo, 2022 | 10:52 AM

Bolivia — A diferencia de sus vecinos como Chile y Argentina, Bolivia no es típicamente reconocida en mercados internacionales por su producción de vinos. Sin embargo, las bodegas nacionales de la región de Tarija han sido el foco de inversionistas logrando un salto que ha mejorado su producción con tecnología de punta y les ha dado reconocimiento internacional en los más prestigiosos concursos del mundo.

“Entre todas las bodegas se han invertido por lo menos 25 millones de dólares en los últimos cinco años. Esto ha sido destinado sobre todo a mejorar los viñedos que es el 70 % de la calidad de un vino. Pero también en ampliación de las bodegas, tecnología, en recursos humanos, en todas las áreas. Toda la inversión es local, de familias tarijeñas que apuestan por mejorar su producción”, cuenta Luis Pablo Granier, presidente de ANIV (Asociación de Industriales Vitivinícolas de Bolivia).

Un gran ejemplo es La Concepción, una bodega con 36 años de vida que ahora tomó vuelo internacional y tiene líneas de exportación. “Hace 6 años bodegas y viñedos La Concepción fue adquirida por nuevos inversionistas y se han gastado casi 7 millones de dólares en el viñedo y en tecnología de punta. Desde entonces tenemos cinco vinos que han recibido medallas de oro en concursos internacionales y que acumulan más de 25 medallas”, cuenta el gerente, Carlos Paz.

El vino más representativo de esta bodega es el Cepas de Altura Cabernet Sauvignon que recibió 92 puntos en el Decanter World Wide Awards 2020, el concurso mundial donde participan 36 master wines que son las personas con más conocimiento de vinos en el mundo. Ese año, el Cepas de Altura fue el vino mejor puntuado de Bolivia”.

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Esta bodega se ubica en el departamento de Tarija, ubicado en el sur de Bolivia y vecino de Argentina y Paraguay. Tarija es el segundo departamento de Bolivia con menos pobreza, pero el más pequeño en extensión. Su economía florece, entre otras cosas, gracias a su tierra productora de vinos, pero sobre todo por su riqueza hidrocarburífera, ya que tiene la segunda reserva de gas natural más grande de Latinoamérica. Tarija es una región boliviana que produce vinos hace 100 años, pero su historia con la uva va más allá.

“En 1576 Luis de Fuentes, fundador de la ciudad de Tarija, en su testamento dejó 30 mil parras de uva a sus herederos. En 1676, cuando llegan los jesuitas a Bolivia, ellos tenían como misión la evangelización y para ello necesitaban vino y el mejor lugar que encontraron para la producción fue el valle de La Concepción”, cuenta Paz.

Para este experto, los vinos bolivianos tienen un diferenciador que es el “terroir”. La palabra “terroir” es un término francés que significa “terruño” y viene del latín “terra” y hace referencia a la naturaleza que rodea a la viña y a la tradición vitivinícola del lugar y que esta región de vinos con características únicas que no se encuentra en otras partes del mundo.

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Tarija se ubica a más de 1850 metros sobre el nivel del mar y eso influye en que las uvas tengan una mayor exposición a los rayos solares y hay una mayor amplitud térmica entre el máximo de calor y mínimo de frío. Eso hace que la cáscara de la uva en Tarija sea más gruesa y es ahí donde se concentran los taninos y el resveratrol (antioxidante).

“Esto hace que haya una mayor concentración de aromas en los vinos blancos y una mayor concentración de los taninos que dan color en los tintos. Además, que la uva tiene una excelente acidez para el proceso de elaboración” explica Carlos Paz.

Eso explica por qué estos valles han enamorado al mundo con sus sabores. De hecho, la bodega más premiada de Tarija es Campos de Solana. “Somos la única empresa vitivinícola en Bolivia que cuenta con las Certificaciones Internacionales de Calidad e Inocuidad ISO 22000 y también estamos certificados en la categoría “A” como bodega sustentable. Nuestros vinos han obtenido reconocimientos como el Vino del Año y el Mejor tinto de Centro y Sudamérica”, explica Luis Pablo Granier, gerente gerenal y presidente de ANIV. Campos de Solana tiene al menos 6 vinos premiados, pero el que todo coleccionista debería tener es el Esther Ortiz que recibió en 2019 el premio Mondial des Vins Extremes-Italia Medalla de Oro.

Hay muchos otros viñedos que destacan como, por ejemplo, Bodegas Kuhlmann. Juntos dan a la región la fama de la capital boliviana del vino. Además, Tarija es un destino turístico cada vez más visitado. Para Granier, de la bodega Campos de Solana, el objetivo es maximizar la producción de uva y lograr atraer más turismo para consagrarse como la ciudad de Mendoza en Argentina que anualmente reciben más de 2 millones de turistas atraídos por sus bodegas.