Bloomberg — El presidente Joe Biden declaró en tres ocasiones que Estados Unidos defendería a Taiwán en caso de una invasión por parte de China, y en todas ellas su equipo afirmó que no estaba modificando la política de Washington para mantener a Pekín adivinando sobre las intenciones estadounidenses. Pero en una cuarta ocasión, esto resulta mucho más difícil de hacer.
En sus comentarios al programa de televisión “60 Minutes” el pasado domingo, Biden expresó su postura al afirmar que EE.UU. enviaría fuerzas armadas si China llevara a cabo un “ataque sin precedentes”. Presionado sobre si eso involucraría el envío de hombres y mujeres de su país, al contrario de lo que ocurre en Ucrania, donde el presidente ha descartado el envío de fuerzas de EE.UU., Biden respondió que “sí”.
De nuevo, una portavoz reiteró que la política hacia Taiwán sigue siendo la misma. Sin embargo, con el fortalecimiento de la postura de EE.UU. frente a China, resultaba muy difícil considerar las declaraciones de Biden como algo diferente a una negación de decenios de la denominada “ambigüedad estratégica”, en la que Washington rechazaba aclarar sus intenciones.
Las repercusiones de dicha política podrían ser significativas, lo que plantea una vez más la interrogante de sobre si el presidente estadounidense busca diseñar con ello un nuevo plan o sencillamente expresó su opinión. Más sorprendente aún fue que Biden fue más lejos. Señaló que las decisiones sobre la independencia corresponden a Taiwán. Tradicionalmente, la política de EE.UU. ha sido la de no respaldar la independencia de la isla.
Sabiendo que cuentan con el respaldo militar estadounidense, los líderes de Taiwán podrían acercarse a la independencia, una línea roja explícita para que Pekín invada. Es probable que los países de la región se frenen, cautos, ante la posibilidad de una guerra a la vuelta de la esquina. Y los aliados de EE.UU. como Japón o Corea del Sur seguramente se sentirán más incómodos al saber que las bases estadounidenses en su territorio estarían involucradas en cualquier conflicto, un hecho que también corre el riesgo de llevarlos a una guerra.
“Tales comentarios harán más para alimentar el sentido de urgencia de Pekín que para reforzar la disuasión”, dijo Jessica Chen Weiss, profesora de Estudios de China y Asia-Pacífico en la Universidad de Cornell.
“No apoyar la independencia de Taiwán es una política estadounidense de larga data”, dijo Weiss. “Pero esta nueva combinación, una promesa de enviar tropas y la declaración de que Taiwán debe tomar las decisiones sobre la independencia, sugiere un compromiso de defensa incondicional de EE.UU., uno que fortalecerá la percepción de que EE.UU. le está dando a Taiwán un cheque en blanco”.
Algunos funcionarios de la Casa Blanca expresaron su exasperación por las preguntas en torno a los comentarios de Biden, negándose a analizarlos o participar en un debate sobre si reflejan el cambio de política que los analistas, funcionarios chinos y legisladores creen que hacen.
“Los comentarios del presidente hablan por sí solos”, dijo Kurt Campbell, coordinador del Indo-Pacífico del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, en un evento organizado por Carnegie Endowment for International Peace (Dotación Carnegie para la Paz Internacional). “Creo que nuestra política ha sido consistente y no ha cambiado y continuaremos. Nuestro objetivo principal es mantener la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán, para asegurar y estabilizar el statu quo, para asegurarnos de que haya un diálogo y una discusión saludables”.
Ambigüedad Estratégica 2.0
De cualquier manera, China ve las declaraciones de la Casa Blanca y la acción del Congreso de EE.UU., como el viaje de Nancy Pelosi a Taiwán, el primero de un presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU. en 25 años, como un cambio en el statu quo que requiere una respuesta más fuerte de Pekín. En los últimos meses, funcionarios chinos acusaron a los EE.UU. de “tácticas de corte de salami” (fragmentar acciones) incrementales para cruzar la línea roja de Pekín sobre Taiwán y prometieron tomar las medidas necesarias.
Taiwán ha evitado cualquier movimiento hacia la independencia formal que pudiera provocar una invasión china, y la presidenta Tsai Ing-wen dijo el mes pasado que la isla quiere mantener el statu quo en el estrecho. Anteriormente, dijo que Taiwán no necesita declarar su independencia, porque la isla ya es un estado de facto.
Una persona familiarizada con el asunto, que pidió no ser identificada al discutir los comentarios de Biden, los describió como una nueva versión de la ambigüedad estratégica, el presidente reafirmó la política estadounidense existente y dijo que no hay un compromiso formal de defensa, pero también dijo que iría a guerra bajo ciertos escenarios.
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Algunos funcionarios de Biden han dicho en privado que el presidente personalmente cree que EE.UU. debería defender militarmente a Taiwán. Pero también saben que él conoce la historia de la política estadounidense hacia la isla autónoma y por qué ha guiado la relación entre EE.UU. y China durante tanto tiempo.
Cualquiera que sea la verdad, no hay duda de que la política de EE.UU. hacia Taiwán se ha vuelto mucho más dura a medida que aumentan las tensiones con China. La semana pasada, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado votó para aprobar una legislación que promete más apoyo a Taiwán. Y una sucesión de legisladores estadounidenses han aprovechado la atención para visitar Taiwán, lo que enfureció a Pekín.
Ninguna visita fue más incendiaria que la de Pelosi, que aterrizó en Taipéi en agosto. Después, Pekín organizó maniobras militares sin precedentes en las aguas que rodean la isla y ha seguido enviando aviones de guerra en provocadoras rutas de vuelo en el estrecho de Taiwán.
Biden no es el primer presidente en luchar públicamente con la política entre EE.UU. y Taiwán, o el primero en el que sus ayudantes intentan limpiar sus comentarios. Los asistentes del expresidente Donald Trump argumentaron repetidamente que su jefe no sabía cuál era la política hacia Rusia, Corea del Norte o una miríada de otros temas, incluido Taiwán. Trump violó el protocolo en 2016 al aceptar una llamada de felicitación de Tsai de Taiwán por su elección.
Si bien Taiwán ha sido durante mucho tiempo un campo minado, lo que hace que los comentarios de Biden sean aún más sorprendentes es que él mismo criticó a un expresidente por supuestamente cambiar la política de EE.UU. Cuando se le preguntó en 2001 si EE.UU. usaría su ejército para responder a una invasión china, el presidente George W. Bush respondió: “Lo que sea necesario”.
Biden escribió un artículo de opinión en el Washington Post calificando el comentario de Bush como un “nuevo compromiso sorprendente”.
El propio compromiso de Biden de defender a Taiwán subraya el papel estratégico crucial que desempeña económicamente la isla para los EE.UU. como fuente de la mitad de los microchips del mundo. Pero también estratégicamente, es un punto de apoyo de la democracia en la región.
El poder de Xi
Hay un creciente consenso entre los funcionarios de la Casa Blanca de que las opiniones del presidente chino, Xi Jinping, sobre Taiwán solo se endurecerán después del 20º Congreso del Partido este año y que podría estar más dispuesto a unificar por la fuerza la isla con el continente, dijeron personas familiarizadas con las deliberaciones internas. Si bien la administración ha enfatizado en privado que Taiwán no es parte de la relación bilateral con Pekín, los funcionarios en Washington saben que China tiene una opinión diferente al respecto.
Mientras tanto, existe una creciente frustración en el Congreso con el vaivén de la administración sobre la política de Taiwán. Bob Menéndez, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, dijo que no entiende por qué la Casa Blanca está rechazando ciertos aspectos de la Ley de Política de Taiwán, que designaría formalmente a la isla como un “gran aliado fuera de la OTAN”, dado que Biden ha dicho repetidamente que enviaría tropas estadounidenses si China invadiera.
“Es por eso que creo que es una locura que hayan rechazado nuestro proyecto de ley”, dijo Menéndez. “Es por eso que creo que algunos de mis colegas están equivocados cuando están preocupados por la ambigüedad cambiante. El presidente ha dicho lo que dijo”.
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Mientras tanto, el senador republicano Mitt Romney señaló que la Casa Blanca se retractó una vez más del comentario de Biden.
“Creo que esa es la postura correcta, la ambigüedad estratégica, y creo que somos sabios al no ser provocativos”, dijo.
Sin embargo, algunos analistas externos creen que una postura estadounidense más clara y dura con respecto a un ataque chino a Taiwán ayudará a disuadir a Pekín.
“Irónicamente, la ambigüedad estratégica premiaba rutinariamente el mal comportamiento de Pekín y legitimaba al Partido Comunista Chino a expensas del gobierno liberal y responsable de Taiwán”, dijo Ian Easton, director principal del Instituto Proyecto 2049 en Virginia.
“Pekín seguirá actuando de manera provocativa, pero las probabilidades de un error de cálculo radical y un escenario de pesadilla se han reducido considerablemente”, dijo.
Con la asistencia de Laura Litvan y Steven T. Dennis
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